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Opinión

En Yanacancha, San Juan de Jarpa, Chongos Alto y San José de Quero (provincia de Huancayo), se hizo el experimento de instalar puntos de venta –POS (Visa)– en pequeños comercios que atendían localmente para facilitar que las receptoras de la transferencia de Juntos pudieran, si lo deseaban, hacer sus compras usando la tarjeta de débito que el Banco de la Nación les ha entregado.

Carolina Trivelli,Sumas y restas
Economista

En Yanacancha, San Juan de Jarpa, Chongos Alto y San José de Quero (provincia de Huancayo), se hizo el experimento de instalar puntos de venta –POS (Visa)– en pequeños comercios que atendían localmente para facilitar que las receptoras de la transferencia de Juntos pudieran, si lo deseaban, hacer sus compras usando la tarjeta de débito que el Banco de la Nación les ha entregado. Además de instalar los POS, se hicieron actividades de educación financiera y de promoción de la instalación y uso del POS en las zonas mencionadas.

Al principio, los comercios no querían los POS, no veían el beneficio y, más bien, les generaba temor. Aprender a manejarlos y entender las comisiones sonaba complicado. Las señoras de Juntos, por su parte, acostumbradas a cobrar en la agencia del Banco de la Nación en Chupaca, venían con efectivo o hacían sus compras en Chupaca luego de cobrar y no veían cómo les serviría poder usar el POS en su distrito, en su bodega local. Cuando se instalaron los POS, cada transacción era un acontecimiento. A ese ritmo, el proyecto no tendría sentido: el modelo económico no resistiría tan pocas transacciones.

Como suele suceder con las iniciativas de inclusión financiera, la clave es mostrar los beneficios del uso de estos sistemas y su simplicidad, y dar suficiente tiempo para que comiencen a verse los cambios. Poco a poco, las usuarias de Juntos descubrieron que no tenían que hacer sus compras en Chupaca, sino que podían comprar localmente; además, no tenían que ir a cobrar hasta Chupaca y volver con efectivo. Podían usar los POS en las tiendas locales. Este proceso mostró un incremento en el número de transacciones en los POS. Hasta ahí, una iniciativa exitosa que, una vez más, nos muestra que las señoras rurales, de bajos ingresos, aprenden y usan servicios transaccionales y financieros en la medida en que les son útiles y saben cómo usarlos. Muy bien.

Lo más interesante, sin embargo, es que, a partir de esta experiencia, las señoras de Juntos descubrieron que podían usar sus tarjetas de débito en cualquier POS, en cualquier tienda con POS en su distrito, en Chupaca, en Huancayo y hasta en Lima, para hacer sus compras, y sin necesidad de moverse llevando efectivo.

La inclusión financiera debe ser vista de manera amplia. La efectividad de una intervención no debe medirse en función solo de las transacciones en el POS local, sino en la expansión de las capacidades financieras de las usuarias y bodegueros de la zona.

Instalar y enseñar a usar estos terminales de pago abre nuevas oportunidades, trae seguridad y formaliza. El desarrollo de canales transaccionales de nuevos medios de pago mejora la vida de las personas.


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