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"El poder no es uno de mis objetivos en la vida"

“Mi vínculo con la lectura es recreativo, el mismo que puedo tener con la piscina o con el sexo: me gusta hacerlo, y trato de leer frecuentemente, pero no lo tomo como una obligación”.

(David Vexelman)

Nosotros matamos menos (Planeta) es el octavo libro que publica Beto Ortiz. Reúne las crónicas que ha publicado durante los últimos meses en Perú21. Es un preámbulo a la novela que espera terminar el próximo año y que lo alejará, durante este tiempo, de su columna dominical. Sobre su vida, conversamos aquí.

¿Tienen poder los periodistas?
Es un poder efímero y coyuntural. Si un periodista cree que puede cambiar el curso de los acontecimientos, si cree que puede evitar que la gente vote por Humala, está equivocado. Sí puede contribuir a encumbrar o destruir –en 15 minutos– la imagen que tiene la gente de determinadas personas, autoridades, políticos. En tiempos electorales, esto puede ser demoledor.

¿Tienes más poder del que deseas?
El poder no es uno de mis objetivos de vida. Soy solitario, y el poder tiene sentido si posees ambiciones colectivas… y yo no las tengo. Hay gente que quiere cambiar el curso de la historia y eso me parece admirable, pero yo no me planteo algo así, no soy tan ambicioso.

Hoy tu ambición es escribir una nueva novela…
Sí. Siento que he perdido bastante tiempo, que descuidé algo –la escritura– que debí hacer con más disciplina, con más ahínco.

¿Qué satisfacciones te da un texto publicado?
Es difícil de explicar. Imagino que cierta ilusión de permanencia. Cuando pienso en las horas de mi vida que he invertido en la TV –que deben ser miles, pues llevo 24 años en ella–, aparece la idea de que es tiempo esfumado. Hacer televisión es una actividad alimenticia. Me explico: me encanta hacerla, pero soy consciente de su carácter etéreo. Los que publicamos tenemos la ilusión de que algo nos sobreviva.

¿Has perdido tiempo en la televisión?
Sí, sin duda lo he perdido, pero también he perdido tiempo en la vida; por eso, no le puedo achacar mi poca disciplina o productividad en el ámbito de la escritura.

¿Te resulta fácil hacer TV?
Sí, me resulta muy fácil. Es la chamba ideal, el trabajo perfecto. No soy un workaholic, no soy una persona que llega a la oficina a las 7 a.m. y se va a las 11 p.m. No podría. Si es necesario trabajar 12 horas, lo hago, pero mi vida no pierde sentido cuando estoy de vacaciones.

Si es el trabajo ideal, por qué escribir es algo que te cuesta mucho.
Es bueno porque me saca de mi zona de comodidad. Claro, más fácil es no hacer nada nunca. Haberme puesto la obligación de escribir los sábados –pase lo que pase, esté donde esté– la columna que el domingo publica Perú21 ha sido bueno porque, si no lo hubiera hecho, hoy, en vez de tener ocho libros publicados tendría uno o dos. Además, esa disciplina autoimpuesta me ha permitido tener, por lo menos, cuatro días al mes para escribir.

¿Escribir te da placer?
No sé si “placer” sea la palabra. Escribir me alivia. Las historias que uno va viviendo se van adhiriendo como capas de una cebolla, y llega el momento en que necesito contarlas. Este acto es como desvestirse, como sacarse diferentes pieles.

Escribir ha sido una pasión más fuerte que el dibujo (Beto fue un gran caricaturista)…
Sí, y es algo que lamento. Empecé publicando el suplemento No, de la revista Sí. Ese suplemento lo editaban Juan Acevedo y Alonso Núñez. No debí cambiar una cosa por la otra. Durante toda mi niñez y adolescencia, mi medio principal de expresión era el dibujo. En el colegio me aburría, no había nada que disfrutara: el recreo, las clases de Educación Física, la compañía de los otros, las clases. Lo único que disfrutaba era dibujar; entonces, toda mi época escolar fue como estar en un internado de dibujo, pues mientras los profesores o los alumnos hablaban, yo dibujaba.

¿Por qué dejaste el dibujo?
Cuando hice públicos esos dibujos –recién en tercero de secundaria, con caricaturas de profesores–, me los festejaron y gané cierta celebridad. Por entonces, yo tenía claro que me iba a dedicar a eso… hasta los profesores de Arte lo decían. El suplemento No organizó un concurso de caricatura, lo gané y, después de la premiación, Acevedo me pidió que colaborara con ellos. Tenía menos de 20 años y empecé a dibujar para No. Sin embargo, Juan se dio cuenta de que mis tiras tenían cada vez más texto, que eran más unos cuentos ilustrados, entonces me dijo: “Está muy bien lo que haces, pero quizás lo que deseas es escribir: qué te parece si te damos una página para que escribas, sin perjuicio de que sigas dibujando. Me pareció una propuesta ‘mostra’ y empecé a escribir una especie de ‘memorias prematuras’. La página debió tener unas 15 o 20 entregas, y allí me despedí del dibujo para siempre, pues me sentí muy cómodo escribiendo. El dibujo fue un vicio que abandoné, pero me gustaría meterme a un taller.

¿Lees mucho?
La persona que escribe está obligada a leer más que el común de la gente. Si bien disfruto leer, no soy un ratón de biblioteca, no tengo ocho libros en mi mesa de noche y me demoro mucho leyendo.

Borges presumía no de lo que había escrito sino de lo que había leído. ¿Tú también?
No. No he leído tanto. Debo haber comprado cuatro veces más libros que mi capacidad de leer. Salvo raras excepciones, no releo. Me aburre profundamente el ambiente literario. Me parece pomposo, solemne; es un grupo de gente que se toma demasiado en serio, que cree que sabe mucho, que ha leído mucho, que es muy docto, que es muy ilustrado, y al final sus integrantes terminan escribiendo un blog, publicando alguna columna de crítica o enseñando Lenguaje en la Universidad de Oregon, de Arizona o de sabe Dios dónde.

¿Estás atento a las novedades literarias?
Hay demasiada gente escribiendo, demasiada gente publicando. Entrar a una librería no es una preocupación, es una diversión. Me gustan los libros como objeto; no tengo nada contra quienes usan los aparatos electrónicos, pero yo no me veo leyendo en una tablet. Me gusta el olor del papel, el peso del libro, tener la repisa llena.

AUTOFICHA

■ “Soy muy malo para el ‘lobby’, pero tengo colegas que almuerzan todos los días con ministros, parlamentarios, empresarios, banqueros. Eso no es periodismo, eso es relaciones públicas, gerencia de imagen”.

■ “La persona que escribe está obligada a leer más que los demás. Si bien disfruto leer, no soy un ratón de biblioteca, no tengo ocho libros en mi mesa de noche y no he leído tanto”.

■ “Me aburre profundamente el ambiente literario. Me parece pomposo, solemne; es un grupo que se toma demasiado en serio, que cree que sabe mucho, y al final sus integrantes terminan escribiendo un blog”.

Por Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)


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