25.NOV Lunes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

¿Cómo reaccionan los partidos cuando sus miembros se ven envueltos en escándalos y/o casos de corrupción? Los casos de Omonte, Secada y Gagó proveen ejemplos para analizar los diversos caminos que toman ante sus correligionarios en apuros.

Carlos Meléndez,Persiana americana
La protección. Cuando salieron a la luz las denuncias que involucraban al pre candidato edil Pablo Secada y a su esposa, el PPC asumió dos posiciones. La primera, liderada por Lourdes Flores y un sector ‘reformista’ afín al regidor, desplegó una estrategia de protección. La alterna, liderada por Raúl Castro y los más ‘duros’, aprovechó los sucesos para criticar a un rival interno. Las tensiones entre ambas facciones no produjeron un resultado favorable para el partido. Paulatinamente Secada quedó más aislado aún y, ante nuevas denuncias, careció de respaldo político.

El desmarque. Carmen Omonte llegó hace poco a Perú Posible. Le tocó hacer vida partidaria cuando tenía que asumir los pasivos de un partido venido a menos. Sin embargo, hizo una carrera política intensa y rápida, pisando los callos suficientes como para ganarse enemigos. Los de adentro, no le perdonan el éxito inesperado (vocera parlamentaria, vice-presidenta del Congreso, ministra). Los de afuera, la consideran defensora de un indefendible, Alejandro Toledo.

La suspensión. Julio Gagó se hizo conocido por sus empresas de fotocopiadoras. Su incorrección como congresista tiene que ver también con ellas. Sus faltas son tan flagrantes que luego de una evaluación interna, el fujimorismo lo retiró de su bancada.

Los tres protagonistas de estas historias decidieron incursionar en política a través de partidos. Más allá de sus errores, los partidos a los que pertenecen juegan un rol en atenuar la caída o en hacerla más calamitosa.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.