11.NOV Lunes, 2024
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"No vivimos un pleno Estado de derecho"

“El Informe de la Comisión de la Verdad es un buen diagnóstico del país, pero también es un texto para discutir; nuestra verdad no es la última. Esto no significa que hayamos mentido, sino que la verdad es perfectible”, nos dice el ex presidente de la CVR.

(Mario Zapata)
(Mario Zapata)

Salomón Lerner Febres,Presidente del IDEHPUCP
Autor: GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com

Preside el Instituto de Democracia y Derechos Humanos (Idehpucp), organismo que acaba de cumplir diez años de creado. Para hablar de su labor y del país, buscamos a Salomón Lerner, también ex presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

Si ya no vivimos una etapa de violencia política, ¿por qué se hace necesario el Idehpucp?
Porque, si tomamos conciencia de nuestro país y lo queremos, debemos conocer su historia, su pasado, sus experiencias positivas y negativas. Debemos saber qué sitio pisamos para saber hacia dónde vamos y resolver los problemas que aún están pendientes y que están vinculados con lo que vivimos en los años 80 y 90. La política de la pura cotidianidad, de vivir el día a día en función de aquello que solo es estruendoso, estrepitoso, es una hipoteca de la que debemos liberarnos si queremos ser mejores y tener un mejor país. Y en lugar de hablar de “violencia política”, yo hablaría de “la violencia en el campo de la política”, porque “violencia” unida a “política” es un oxímoron, una contradicción. La política no puede ser violenta, porque entonces deja de ser política. La violencia es la antipolítica, pues la destruye. La política es consenso, reflexión, toma de acuerdos, tolerancia y la búsqueda del bien común. Por eso, para preguntarnos por qué ocurrió lo que vivimos –que fue terrible– nació el Idehpucp.

Es decir, seguimos siendo un país injusto, escindido…
Nuestro país es múltiple, diverso y parece no querer reconocerse así. Esto origina marginaciones y exclusiones que son, en el fondo, un ninguneo a todos aquellos que no son como uno. Esto pasa no solo con poblaciones nativas o rurales, sino también con todos los que, teóricamente, somos ciudadanos, pero que, en la práctica, no podemos ejercer los derechos que la ley teóricamente nos ofrece.

Es decir, hemos abandonado la reflexión sobre los derechos humanos…
En el Perú hay una ausencia de actividades y de formación en el terreno de los derechos humanos; se reflexiona poco sobre el bien común, sobre lo que debemos evitar –la discriminación, por ejemplo–. El Idehpucp recibe como herencia lo que la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) señaló, pero no se queda allí, pues el tema de los derechos humanos viene de atrás y va hacia adelante.

¿Cómo hacen para que su labor no se quede solo en el ámbito de la academia?
Bueno, a través de nuestros diplomados y cursos estamos presentes en 17 regiones del país. Además, contamos con proyectos de voluntariado para fomentar, más allá de banderillas políticas, liderazgos. Solo así podremos tener gente joven, inteligente y reflexiva capaz de liderar los cambios que nuestro país necesita. Hemos capacitado a magistrados, a procuradores, para que sepan cómo hacer justicia. Promovemos la educación bilingüe e intercultural y, en este campo, capacitamos a profesores. Estamos vinculados con diversas organizaciones de derechos humanos, muchas de las cuales hacen un gran trabajo, pero se quedan solo en el terreno del activismo. Asimismo, promovemos una maestría en Derechos Humanos (se dicta en la PUCP), organizamos un concurso, investigamos, publicamos, editamos Memoria, nuestra revista, y estamos vinculados con instituciones de varias partes del mundo preocupadas por los derechos humanos.

¿El ciudadano tiene conciencia de sus ‘derechos humanos’?
El problema va por allí. Muchos no toman conciencia de sus derechos y de sus obligaciones… porque los derechos van ligados con deberes. Hagamos un ejercicio: ¿cuántos peruanos han leído la parte de la Constitución donde están consignados sus derechos? Seamos menos malos: ¿cuántos universitarios han leído la Constitución?, ¿cuántos estudiantes de Derecho lo han hecho? Hoy la preocupación gira en torno a uno mismo, vivimos una filosofía centrada en el sujeto, donde el otro aparece, si es que aparece, a lo sumo como un compañero, pero más como un competidor, como un enemigo. Nuestra sociedad está dividida en ‘winners’ y ‘losers’, lo que es grave. No quiero ser un cura dando un sermón, pero ya que tuve el privilegio de haber presidido la CVR debo pronunciarme… y por esto también existe el Idehpucp.

Hoy estamos muy preocupados por la seguridad ciudadana. ¿Deberíamos también estarlo por la situación de los derechos humanos?
Así es. No nos percatamos de que, cuando nos preocupamos por la seguridad ciudadana, estamos haciéndolo por la vida de la persona, por su derecho a no ser violentada en su salud, en su propiedad, en aquello que le es inherente. Este gobierno se ha preocupado por la llamada ‘inclusión social’. Ok, démosle un aplauso por eso, pero solo uno, porque con los programas sociales no se está curando al paciente, solo se le está calmando el dolor. Los problemas sociales no son los llamados a solucionar el problema general de la peruanidad, de la civilidad y del ejercicio pleno de nuestros derechos. Lamentablemente, el Estado Peruano, y no solo este gobierno, no está preocupado por los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Si bien en 1821 nos convertimos en república, hasta hoy el Perú no cumple con los estándares mínimos de lo que es la vida democrática y el Estado de derecho.

¿Una muestra del ‘aprecio’ por los DD.HH. de este gobierno es que su ministro del Interior esté acusado de violarlos?
Debería bastar con una sospecha para prescindir de personas así. En materia de derechos humanos, la duda no favorece al acusado. Para los cargos públicos se debe buscar a personas probas. Yo no quiero meterme en política, pero alguien que dice que les va a aplastar el cráneo a los delincuentes no debería ser ministro. Esa expresión no se justifica ni como frase retórica.

¿Por qué aplaudimos a autoridades como Urresti, experto en potenciar nuestros instintos primarios?
Porque nos falta educación, porque nos dejamos arrastrar por los sentimientos menos constructivos y no nos detenemos a pensar que así no se resuelven los problemas. Además, las familias están cada vez menos integradas, las escuelas son cada vez menos formadoras y los medios de comunicación solo se dedican a la diversión. En este contexto, quien se convierte en ‘popular’ es el que hace más ruido.

Quizás por potenciar nuestros sentimientos menos constructivos es que las víctimas del terrorismo fueron 69 mil…
Es que no nos interesaron los demás. Antes del trabajo de la CVR se creía que las víctimas no llegaban a 30 mil, pero nuestra cifra es verosímil. Aquí la pregunta es cómo es posible que hayan muerto 69 mil peruanos y no nos dimos cuenta.

¿Por qué el informe de la CVR debería leerse en las escuelas?
Porque pondría los temas trascendentales del país sobre el tapete, y haría que los jóvenes conversen sobre ellos. Además, les ayudaría a conversar a padres e hijos sobre hechos cuyas huellas aún están presentes.

¿La famosa ‘reconciliación’ de la CVR quedó en una mera declaración de voluntad?
La reconciliación es un horizonte, nunca se llega a ella; consiste en la afirmación de la libertad de cada cual, y resulta el mecanismo por el que, a pesar de pensar distinto a los demás, nos respetamos. Por eso, la reconciliación no puede ser vista como el remedio a veinte años de violencia, sino como una manera distinta de vernos, de querernos, de estimarnos, de exigir que el Estado nos trate.

AUTOFICHA

■ “Soy filósofo y rector emérito de la Universidad Católica. Presido el Idehpucp y la Sociedad Filarmónica, institución cultural que acaba de cumplir 107 años. Traemos a Lima a los mejores músicos del mundo”.

■ “La música es una delicia. Ojalá fuese la realidad. La musicalidad no es solo Bach o Beethoven. También está en la naturaleza, en la voz de quien nos quiere y en el silencio”.

■ “Los problemas entre la PUCP y la Iglesia Católica se resolverán. La PUCP es autónoma, pero no niega ni pasa por alto los valores y principios del cristianismo. La fundó un sacerdote, pero no le pertenece a la Iglesia”.


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