RÍO DE JANEIRO (Agencias).– El Gobierno brasileño y la FIFA advirtieron que la Copa Confederaciones no será suspendida y que el Mundial de Fútbol tendrá lugar el próximo año de todas maneras en Brasil, pese a las fuertes protestas que llegaron el jueves por la noche a su punto más álgido con más de un millón de personas en las calles de 80 ciudades, dos muertos, saqueos, incendios y actos vandálicos.
Hartos de la corrupción, de la mala calidad de los servicios públicos, del alza de precios de los pasajes en el transporte y de los multimillonarios gastos públicos para el Mundial 2014, más de un millón de manifestantes salieron a las calles del país para hacer sentir su voz, y los enfrentamientos con la Policía dejaron más de un centenar de heridos y 25 periodistas fueron atacados o detenidos.
Las marchas han dejado dos muertos: un manifestante atropellado en Riberao Preto (sureste) y una barrendera que murió de un ataque cardiaco en Belem (norte) tras la explosión de una bomba.
VISITA DEL PAPA
El Gobierno advirtió que las protestas podrían afectar la Jornada Mundial de la Juventud católica y la visita del papa Francisco, previstas en Río del 23 al 28 de julio, y donde se espera la concurrencia de dos millones de personas.
Ayer, en Sao Paulo, el Movimiento Pase Libre (MPL, por un transporte gratuito), que inició las movilizaciones hace unos 10 días, anunció que no convocaría a nuevas protestas en la megalópolis a raíz de la participación de activistas ajenos a su causa.
Pese a ello, anoche se dieron nuevas manifestaciones, pero con una menor asistencia que en los días previos en 30 ciudades.
La mandataria Dilma Rousseff se reunió con su gabinete, y propuso –en un mensaje a la nación– un gran pacto con autoridades de todo el país para mejorar los servicios públicos, y admitió que se precisan “formas más eficaces” para combatir la corrupción.
Asimismo, Rousseff prometió que la Policía defenderá la propiedad pública y mantendrá el orden en las calles.
TENGA EN CUENTA
- Brasil, sétima economía del planeta, célebre por sus programas sociales –que hicieron ingresar a 40 millones de personas en la clase media en la última década–, atraviesa un periodo de magro crecimiento y una inflación en alza.
- Las manifestaciones fueron convocadas en las redes sociales por jóvenes de clase media y apolíticos.
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