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"El niño adicto debe ser recuperado, no abandonado"

Mundo Libre es una institución que trabaja con niños y jóvenes que han caído en drogas. Hoy construye un albergue en Pachacámac y necesita nuestro apoyo.

Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

María Luisa de Cossio,Gestora
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Dirige el Instituto Mundo Libre, una organización que trabaja con niños y jóvenes adictos a las drogas. En sus casi 30 años de creado, ha recuperado a cientos de personas. Hoy, María Luisa de Cossio de Gonzales Posada, cuya institución no es apoyada por el Estado, trabaja por hacer, gracias a sus talleres y a los espacios que le brindan algunos centros comerciales, autosostenible a Mundo Libre. Si quiere ayudarlos y conocer su labor, visite www.mundolibre.org.pe.

Ha vivido en muchos países, conoce muchas culturas. Con ese bagaje, ¿qué decidió estudiar?
(Ríe). Su pregunta es interesante. Para mi bien o para mi mal, soy hiperactiva, intelectualmente muy inquieta. De chica quería ser bailarina de ballet, astróloga y monja. Estudié siete años en la universidad y no me gradué de nada. Por ejemplo, Luis Alberto Sánchez fue mi maestro en la de Lima… Me enamoré de su alma, no imaginas la ansiedad con la que esperaba su clase. Hoy puedo decir que hubiera preferido no ser tan multifacética y concentrarme en una sola cosa y poder decir: “Soy doctora”, “soy filósofa”, “soy antropóloga”, una carrera que hoy me encanta. ¿Qué decían mis padres? Me querían demasiado como para criticarme (ríe).

¿Y qué le dijeron cuando se casó con un aprista?
Y no solo eso. Luis Gonzales Posada, mi esposo –‘El Negro’, como le digo yo–, era el cuñado de Velasco. Cuando lo conocí, no sabía quién era. La primera vez que lo vi me pareció simpático. Por entonces estaba confundida, era un híbrido de varias culturas y no me sentía a gusto en el Perú. En esto pensaba cuando se me acercó alguien y me dijo: “¿En qué estará pensando esta cabecita”. Era ‘Lucho’. Conversamos horas y horas, y lo sentí culto, inteligente y, lo mejor, con una mirada transparente. Cuando regresé a casa le dije a mi tía, quien era la esposa de Luis Bedoya Reyes: “He conocido al hombre con el que me voy a casar, pero tiene un problemita: es el cuñado de Velasco”. Ella me contestó: “Quizás Lima entera te critique, pero si ves en él a un hombre íntegro, quédate con él, no te vas a arrepentir”.

Me ha hablado de Velasco. ¿Y el Apra?
No me gusta meterme en política, pero respeto mucho al Apra forjado en sus ideales, en sus presos políticos. Me conmueve la solidaridad del Apra antiguo, del Apra verdadero. En esencia, el Apra es una religión.

¿Cómo así decidió sumergirse en el mundo de la solidaridad?
Por la madre de mi padre, quien fue una mujer excepcional. Ella dedicó su vida al servicio de los pobres y, por hacer el bien, no dudaba en regalar sus joyas, sus cosas. Todas sus pertenencias las regaló en vida. Ella, Sara Ruiz de Somocurcio, fue mi inspiración.

Pero usted decidió no hacer caridad sino fundar una institución para recuperar a niños y a jóvenes adictos a las drogas…
Tenía un profundo vacío en el alma. Iba a la universidad, tenía tres hijos sanos y un maravilloso marido, pero mi vida no estaba llena. Me di cuenta de que solo vivía para mí y para mi entorno, que no hacía nada para los demás. Entonces conocí a una mujer que me habló de la situación de violencia que vivía parte de nuestra selva, con bandas de narcotraficantes, personas asesinadas y niños adictos convertidos en traficantes. ¿Usted sabe que si le doy droga a un niño puedo convertirme en la dueña de su voluntad? Me quedé helada con este testimonio. Me lo dio Luisa Cuculiza, grandísima mujer a quien respeto y admiro. Allí decidí fundar Mundo Libre, para trabajar, primero, en la prevención y, luego, en la recuperación de niños y jóvenes.

Hoy tienen un albergue en el distrito de Pachacámac…
Tuvimos tres: dos en Jesús María y uno en La Victoria, pero queremos centralizarlo todo en un terreno de 13 mil metros cuadrados que tenemos en Pachacámac y que compré con un premio que recibimos. El Fondo Ítalo-Peruano nos está ayudando a construirlo. Si lo ve, se desmaya por lo bien construido y planificado que está. Y con el apoyo del principado de Luxemburgo, estamos construyendo un hogar para nuestras niñas. Hoy, gracias a esto, acogemos a 80 niños.

¿Es más fácil sacar de la adicción a un niño?
Sí. Para recuperar a un adulto no solo hay que quitarle la adicción, sino reestructurarle sus cimientos rotos, algo muy difícil. En cambio, los niños y los jóvenes son como una casa en construcción cuyas bases, si son débiles, pueden ser modificadas. Un niño que no es sacado de las drogas agredirá, dañará a la sociedad. Pero la solución no es abandonarlo, sino recuperarlo. Este gobierno habla mucho de la inclusión, pero yo me pregunto: ¿Acaso los niños y los jóvenes adictos son unos NN?

¿Quiénes los apoyan?
Hasta el 2009 recibimos el apoyo del Gobierno de EE.UU. Hoy, con la excepción de Italia y Luxemburgo, no nos apoya ningún gobierno, ni el peruano. Por eso, yo digo que Mundo Libre es un milagro: cumplimos con nuestras obligaciones y con nuestros empleados, y trabajamos por ser autosostenibles.

AUTOFICHA

- Nací en San Francisco, California. Mi padre era el cónsul peruano en la ciudad. He vivido en Costa Rica, Nicaragua, República Dominicana, Japón, Taiwán y Suiza.

- Hablo español, inglés y francés. Conozco muy bien el italiano, y me desenvuelvo bien en portugués y japonés. Tengo tres hijos.

- Luis Gonzales Posada, mi esposo, fue ministro de Justicia, fue canciller, presidente del Congreso, embajador ante la OEA. Por inercia me he vinculado con la política.


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