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"Nadie tiene derecho a entrar en la vida privada de la gente"

“Soy feliz, me encanta hacer teatro, es mi vida. Es una lástima que, por la televisión, no pueda hacerlo”, nos dice Adolfo Aguilar, quien protagoniza Los ojos abiertos de ella, que cuenta la historia de una mujer que, estando en coma, toma una decisión: volver a la vida.

Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

Adolfo Aguilar,Actor y director de TV
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Después de ocho años, Adolfo Aguilar vuelve al teatro y lo hace en el drama Los ojos abiertos de ella, donde actúa al lado de Attilia Boschetti. La única función es este sábado, a las 8 p.m., en el Icpna de Miraflores (Angamos Oeste 120, Miraflores). En esta charla, el también conductor de Yo soy y Tu cara me suena (Frecuencia Latina) nos habla de todas su facetas… y de Karen Schwarz.

Vuelves al teatro…
Dejé de actuar hace ocho años. La última obra que hice fue La muerte de un viajante, un drama… aunque yo soy un comediante nato (ríe). Y justo antes de La muerte… hice Los ojos abiertos de ella, la obra que hemos repuesto. Hace un mes, Carlos Tolentino, el director de la obra, me pidió montarla en Arequipa, y una sola función. Me encantó la idea y quedó muy bonita y, por eso, decidimos traerla a Lima.

¿Cómo ha sido tu reencuentro con el escenario?
Soy feliz, me encanta hacer teatro, es mi vida. Es una lástima que, por la TV, no pueda hacerlo. Los ojos abiertos… es un drama hermoso escrito por la uruguaya Raquel Diana. Trata sobre una mujer que cae en coma, experiencia que vivió Diana. Yo soy ‘El limbo’, quien le pide que decida quedarse o irse, vivir o morir.

La obra trata de la voluntad, de la capacidad de decisión que tiene el ser humano… incluso estando en coma.
Así es. Desde que abrimos los ojos tomamos decisiones, a veces son buenas; otras, malas… aunque no hay decisiones malas, pues todas nos llevan hacia algún lado. Y, por ello, uno debe ser responsable de lo que hace.

¿Eres fatalista?
No. Soy una persona positiva, nunca creo que lo malo va a pasar, siempre creo que lo bueno se impondrá. Me he dejado abandonar en situaciones específicas, cuando ya no hay más que hacer, porque siempre lucho por lo alcanzar lo que quiero. Además, hoy soy más optimista, antes tenía choques conmigo mismo… pero era por un desbalance químico (ríe).

¿Qué te estás metiendo?
No, ya nada (risas). Hoy esos desbalances se controlan con meditación y terapia (ríe). Yo pienso dos veces las cosas antes de hacerlas. Soy muy reflexivo y emocional, pero hoy me controlo. Antes era testarudo y temperamental, pero ya no. Hoy soy una mejor persona.

¿Te importa el otro?
Sí, pero primero estoy yo. Soy egoísta, lo reconozco, pero todo debemos tener algo de ello. Es como en el avión: uno se pone primero la mascarilla y después auxilia al otro.

La televisión te ha alejado del teatro.
La bendita y, a la vez, maldita televisión. La televisión es una bendición porque me da la oportunidad de hacer teatro… si tuviera tiempo (ríe). En mi caso, los horarios se me cruzan y solo podría hacer teatro infantil, los fines de semana, a las 4 p.m., pero necesito descansar. La televisión es maldita porque te genera una vorágine y una necesidad de seguir vigente… siempre y cuando el público así lo desee, obvio. Si la gente deja de verme, me pongo a hacer teatro (risas).

Hombre, copas y copas programas de TV…
(Ríe). Nos falta un semillero de conductores, mirar nuevos talentos y darles las oportunidades que merecen. Yo no estoy buscando pantalla, solo estoy donde me convocan. Y agradezco conducir dos programas cuyo éxito no se basa en atacar a la gente.

Quizás por eso la gente los ve…
Nosotros generamos talento, realzamos las cosas positivas de las personas, y en el camino hemos encontrado gente excepcional. Ganar Yo soy no es cualquier cosa, te cambia la vida, te marca, hace que consigas trabajo y que te vaya bien. Allí no soy egoísta, me gusta el éxito ajeno (ríe). Y este programa seguirá existiendo mientras haya buen talento. Por eso, todo el equipo de jueces y conductores –Ricardo Morán, Maricarmen Marín, Fernando Armas, Karen Schwarz y yo– estamos felices, pues, además nos respetamos mucho y nos tenemos mucha camaradería.

A propósito de Karen, te acabo de ver interrumpir su programa de espectáculos y decir: “Ella no es”…
Yo confío en Karen, si me ha dicho que la del video no es ella, no es (risas).

Yo pensaba que lo decías con tanta seguridad porque conocías ese territorio…
(Ríe). No, yo solamente confío. (Y ahora con tono serio). Voy a aprovechar esta entrevista para decir que la vida personal de todas las personas es eso, personal, y debe ser respetada, nadie tiene derecho a meterse en las cuatro paredes de una habitación, por más personaje público que uno sea. Si tu vida privada no le afecta a terceros nadie debe meterse en ella.

Hombre, al decir “ella no es” tú ya te metiste, y lo hiciste en la tele…
Es que el tema ya era demasiado público y yo solo quería que la verdad se sepa.

¿Ya borraste tus videos?
Obvio, todos (ríe). He borrado hasta mis primeras actuaciones, que son atroces, peor que un video porno (risas).

AUTOFICHA

- Ricardo Morán, Maricarmen Marín, Fernando Armas, Karen Schwarz y yo nos decimos las cosas de frente, y es así porque hemos logrado una camaradería.

- Antes competía con Raúl Romero, hoy trabajamos juntos. Nunca fue mi enemigo: los que compiten son los programas no las personas.

- La TV es maldita porque te genera una vorágine y una necesidad de seguir vigente… siempre y cuando el público así lo desee. Si deja de verme, vuelvo al teatro (ríe).


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