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Opinión

“PPK ha dicho que no lo va a indultar. Kenji que va a luchar hasta sacarlo de la cárcel”.

Fueron las palabras del benjamín de los Fujimori cuando la Comisión de Justicia, incluyendo votos de Fuerza Popular, envió al archivo el proyecto Vieira de arresto domiciliario que beneficiaba a Alberto Fujimori. Kenji, en esas fugaces apariciones, cuestionó a los congresistas de su bancada por no tomar un rol más activo para lograr la excarcelación del ex presidente, sentenciado y recluido hace más de una década.

Es evidente que al interior de ese partido hay dos corrientes divididas. La de Keiko, que no tiene como su prioridad la libertad de su ‘api sino la consolidación de su propio liderazgo, y la de Kenji, que está dispuesto a negociar hasta con el diablo para lograr abrir la puerta de Diroes. De seguir así lo que lograrán es debilitarse y eso le conviene al Ejecutivo en el largo plazo, pero en el corto levanta las furias naranjas buscando una víctima. ¿Alguien dijo Basombrío?

Los voceros del Gobierno tampoco han sido muy inocentes en este asunto. Carlos Bruce, ducho en asuntos políticos, no puso el tema en discusión por casualidad. Nos quedó claro que volvían a colocar el caramelito en la boca de los fujimoristas. Todos sabemos que la situación carcelaria de Alberto Fujimori despierta pasiones, y distrae. Recordemos a Ollanta Humala diciéndole a los hijos que presenten la petición de indulto y tontearlos largo rato, hasta la burla, para después negárselo. No es saludable para el sentenciado, para su familia, para los partidos y para el país que sigan jugando con el tema. PPK ha dicho que no lo va a indultar. Kenji que va a luchar hasta sacarlo de la cárcel, Keiko no dice nada y mientras tanto los ciudadanos seguimos con una economía debilitada. Mucho juego y poca acción.


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