Carlos Carlín,Habla.Babas
ccarlin@peru21.com
Todos creíamos que el evento ‘Messi y sus Amigos’ se llamaba así porque veríamos a Sergio Busquets, Cesc Fábregas, Jordi Alba, Antonio Cassano, Edinson Cavani, Robinho y Jeferson Farfán jugando un partido con Lionel Messi, pero nos equivocamos. Esos amigos nunca vinieron. Los que sí llegaron, y en el mismísimo avión del crack del Barza, fueron sus verdaderos amigos. Se sentaron en la banca de suplentes y, cuando alguien se dio cuenta (tarde) de que ahí no debían estar, los botaron y se armó el chongo. A Messi le dio pataleta, se largó del estadio, se trepó a su avión y no lo vimos más. Es claro que nadie lo obligó a venir, el argentino vino porque le dio la gana. Sin embargo, desde que apareció frente a reporteros y fans en el aeropuerto, ni siquiera se molestó en fingir un poquito de entusiasmo. La misma figura insípida y mala gracia mostró en el Estadio Nacional, pateando pelotas con la misma energía de un empleado público. Sé de un par de padres que tuvieron que fingir emoción para que sus hijos chiquitos no se llevaran a casa un recuerdo soso. ¿Alguien le puede decir a ese retaco talentoso y millonario que no se comprometa a hacer cosas que no quiere? Mucho ruido y pocas nueces por un evento que costó caro. Qué pena por los que pagaron y qué pena por Messi, a quien recibimos como a un grande y lo vimos irse como una pulga.
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