22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Cuando nosotros, los medios de comunicación, sentimos algún mínimo indicio de amenaza a la libertad de expresión, ponemos el grito en el cielo. Entonces, más unidos que en la Teletón transformamos a la competencia en aliada para hacer mancha frente al monstruo enemigo que quiera intervenir nuestros contenidos. “A los medios no se les toca ni con el pétalo de una rosa”. Sin embargo, los medios sí podemos ofender, mentir y juzgar usando el “condicional” con la única intención de vender. Lo que hicimos con el caso Ciro es parecido a lo que repetimos con el caso Edita. Nos alimentamos durante semanas acusando de asesinato a Paul Olórtiga, el viudo, sabiendo que era inocente. En ese momento, los mismos que nos ponemos serios para hablar de derechos humanos y de protección al menor, destruíamos al padre sin pensar en los dos niños que dejo huérfanos la cantante. Hablamos de respeto a la mujer, pero difundimos un audio íntimo (e irrepetible) achacándole, además, su autoría a Johanna San Miguel, cuando la voz que se escucha no es la de ella. Noticieros y dominicales no son ajenos a la escasez de seriedad cuando dedican informes a Geni Alves o al guerrerito de turno. Sinceramente, si lo que tenemos hoy es libertad de expresión, siempre sería mejor enmudecer.


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