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Opinión

Jorge Camet fue un líder, un hombre de empresa con grandes dotes gerenciales que llevó al Ministerio de Economía.

Ricardo Lago,Uso de la palabra
Economista y asesor financiero

El jueves nos dejó Jorge Camet, gran ministro de Economía, líder empresarial y hombre de empresa; persona de incomparable inteligencia emocional, habilidad negociadora y dotes gerenciales. Su rol fue primordial en el proceso de transformación económica del Perú.

Como presidente de Confiep en 1990-91, le tocó movilizar el apoyo empresarial, primero al Plan de estabilización del 90 de Hurtado Miller y luego, en 91-92, al ambicioso programa de reformas estructurales que emprendió el ministro Boloña. Lo hizo con liderazgo y determinación, parando en seco embates mercantilistas cuando los hubo. Menos divulgado ha sido su empeño, por aquellos días, en el acercamiento de gobierno y empresarios con los organismos internacionales. Ofreció su casa para reuniones distendidas. Recuerdo cenas, en 1990-91, en que logró convocar a autoridades económicas, líderes empresariales y sindicales y funcionarios de organismos internacionales.

Como ministro de Economía (1993-98) logró reanudar y concluir la reinserción financiera internacional del Perú, en suspenso desde el autogolpe del 92. Consiguió limpiar un sinnúmero de trabas que paralizaban inversión y producción. Puso en marcha, con Jaime Yoshiyama, el programa de privatización de las empresas públicas. Desde los organismos internacionales apoyamos con entusiasmo sus reformas.

Con la gestión de Camet se empezó a crear empleo, el Perú volvió a ser sujeto de crédito internacional y regresó la confianza en el potencial del país. En 1994, la economía creció casi 13% y en 1995, 9%, dejando a un lado el contagio internacional que provocó la crisis de la deuda de México.

Días antes de su fallecimiento, Confiep le rendía un homenaje en el que pronunció con lucidez un breve discurso. También la Corte Suprema le absolvía de un proceso iniciado en 2001. Eso sí, dejando atrás doce años de persecución política que sobrellevó con aplomo con su extraordinaria resistencia física y mental, pero que finalmente hizo mella en su salud.

Me honró con su amistad desde mis primeros días en Perú. “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”. Le voy a extrañar. Pocos como Jorge.


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