Que esta publicación no haya aparecido en el recuento del año pasado es una injusticia. Y me he decidido a repararla porque Búmm!, proyecto a cargo de Alfredo Villar, no solo es un libro acertadamente concebido y documentado, sino que tiene el mérito –enorme en este amnésico país– de rescatar un rastro de nuestra historia cultural al que no se le ha dado hasta ahora la importancia que merece: el que dejó una generación de talentosos humoristas gráficos surgidos en los años de plomo de la segunda fase de la dictadura militar y que desarrollaron un trabajo de gran calidad y de fuerte crítica al poder político y económico durante las décadas siguientes.
Villar revisita publicaciones hoy canónicas como Monos y Monadas y El Idiota Ilustrado, dirigidas por el peligroso “Comité Divertido” –integrado por Nicolás Yerovi, Antonio Cisneros, Luis Freire, entre otros– y la desafiante originalidad de Búmm!, la histórica revista del polifacético Julio Polar. Recorre así, a través de la obra de maestros como Heduardo, Carlín, Juan, entre otros, la torpe brutalidad del régimen de Morales Bermúdez, la macabra caballerosidad del nefelibata Fernando Belaunde, el salvaje populismo de Alan García y la oscura primavera neoliberal fujimorista. Todo visto a través de la chanza, el apunte grotesco y la alegre indignación ante un Perú que se deshacía y devoraba todo brote de frescura e imaginación que encontraba a su paso.
Este amplio panorama político, económico y social que las coloridas páginas de Búmm! nos muestran redescubre trabajos que las circunstancias y el tiempo mantuvieron largo tiempo ocultos. Es el caso de la interesantísima obra de Marisa Godínez, una de las pocas dibujantes en actividad a finales de los años setenta, quien en Monos y Monadas publicó una serie de dibujos con motivos bastante diferentes a los de sus compañeros: imágenes que navegan entre la ensoñación, la pesadilla y el surrealismo y en las que se pone en entredicho el papel de la mujer en la sociedad capitalista de consumo, donde ha sido relegada a ser un producto más que se consume hasta su agotamiento para después ser desechado. Es admirable no solo el acabado formal de su propuesta, sino también cómo un discurso que puede resultar tan proclive al panfletarismo y al esquematismo se yergue sobre esas amenazas y se nos muestra personal, auténtico, con conclusiones personales, desesperanzadas pero serenas, siempre más allá del dogma estéril. Es por ello que cuando observamos sus dibujos no sentimos el envejecimiento que afecta, luego de algunos decenios, a propuestas similares. Aunque después de esos años turbulentos Godínez se retiró de la escena, merece un lugar tan visible como el de sus más talentosos compañeros de generación.
Búmm! incluye en su parte final una serie de entrevistas que presenta a las nuevas generaciones, algunos autores quizá poco conocidos pero de rara sensibilidad y vocación experimental como Darko Dovidjenko, Dare, u Omar Zevallos. Si la meta era contarnos la génesis, auge y pasión de un grupo de muchachos de izquierda que, airados, renunciaron a la seriedad arquetípica de sus viejos líderes y apostaron por derrotar la grisura de la satrapía militar y los engaños de una democracia precaria en un país empobrecido y sin rumbo, Villar ha dado en el clavo: Búmm! cuenta esa historia agridulce como las mañanas en la Lima de los ochenta, donde siempre hubo algún pretexto para atajar la tristeza.
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