26.ABR Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

- ¿Cómo estás, Jaimín?
– Fatal, mamá, para qué te voy a mentir.
– ¿Por qué, hijito?
– Porque me han vuelto a bajar el sueldo. El canal está mal de plata. Parece que lo van a cerrar.
– Mejor, así regresas a tu tierra querida, el Perú.
– Los dueños quieren mudar el canal a Puerto Rico. Quieren que haga el programa allá.
– Diles que quieres hacer el programa en Lima y, si no aceptan, renuncias.
– Les he dicho que no me veo mudándome a Puerto Rico.
– No sé qué esperas para volver a tu país y meterte en política, Jaimín. Aprovecha que Gastón no se lanza. Atrásalo al gordo comelón. Mándate con todo.
– Para colmo de males, mamá, tengo piojos. Tengo cincuenta años, me voy a quedar sin programa de televisión y tengo la cabeza llena de piojos.
– Ay, Jaimín, tú siempre con tus cuentos raros, nunca sé si creerte.
– No es un cuento, mamá. Me los contagió la maquilladora o el peluquero del canal, no sé. La cosa es que Silvia me echa todas las tardes una loción tipo goma que cuesta trescientos dólares, ¡un ojo de la cara!
– ¿Y ya te mató todos los piojos?
– No sé, me sigue picando la cabeza mal, es una depresión.
– Hijito, ¿qué me cuentas de Vargas Llosa?
– Por lo que sé, está feliz con su filipina.
– ¿Están viviendo juntos?
– No. Ella sigue en su casa, él está en un hotel. Pero comen juntos todas las noches en casa de Isabel.
– ¿Y qué sabes de Patricia? ¿Está mejor?
– Parece que sí. Está muy agobiada porque la prensa española la acosa y ella no quiere dar entrevistas ni decir nada. Pero fue con sus hijos a la fiesta del orgullo gay…
– ¿Adónde?
– Al desfile gay en Madrid.
– ¿Patricia, al desfile gay? ¿Ella desfiló?
– Sí, mamá. Presidió la carroza de los Vargas Llosa. Estaba Patricia en bikini, cubierta de flores tropicales, como las escuelas de samba del carnaval de Río, y sus tres hijos, todos en tanga, también bailaban con frenesí. Una cosa de locos. Todo el barrio de Chueca los aplaudió a rabiar. Fue un momento precioso. Álvaro estaba desa-tado, bailaba con una alegría adolescente.
– ¿Pero Patricia es gay?
– No que yo sepa, mamá.
– ¿Y entonces qué hacía allí?
– No lo sé. Parece que le gusta desfilar. Y Álvaro, ni te cuento, él está donde revienta el cohete. El día anterior dio unas conferencias con su padre sobre “Cuándo y Cómo Será el Fin del Mundo” y al día siguiente estaba en el desfile gay con su madre. Es un hijo ejemplar, ¿no crees?
– Menos mal que tú no fuiste al desfile gay en Madrid, hijito.
– Ya no me invitan, mamá. Desde que me casé con Silvia, no me quieren, me consideran un traidor.
– Pero, dime, ¿tú crees que Mario se va a mudar a la casa de Isabel, que me cuentan que es una mansión de película? ¿O se va a quedar viviendo en ese hotelito medio venido a menos que parece, no sé, Las Torres de San Felipe?
– Creo que Mario quiere mudarse, pero ha tenido ciertos problemas.
– ¿Qué problemas?
– Bueno, el chisme es que la otra noche llegó Julio Iglesias junior a la casa de Isabel, que es su mamá, y vio a un señor canoso, muy serio, y le dijo: “Por favor, caballero, tráigame un zumo de tomate con hielo”, pensando que era un mayordomo nuevo. Y no, era Mario, Isabel casi se desmaya.
– Pobre ella, ¡qué papelón!
– Y luego Isabel le explicó a Julio junior, que es medio tontín, que ese señor canoso, tan serio, tan ceremonioso, era Vargas Llosa, y Julio junior le dijo: “No he leído toda su obra, señor, pero me gustó mucho su novela Cien años de soledad”.
– ¡Pero qué tarado ese muchachito, por el amor de Dios! ¿Cómo puede olvidarse que Cien años de soledad es un libro que escribió Bryce Echenique?
– Así mismo, mamá. Es que los hijos de Isabel mucho no leen, ya sabes. Y sospecho que Isabel tampoco, si me apuras.
– ¿Y entonces Mario se quedó a dormir en casa de Isabel?
– No, todavía no se anima. Se siente corto. Isabel le hizo un tour por toda la casa y Mario le dijo: “Qué bonito este cuarto, ¿cuál de tus hijas duerme acá?”, y la filipina le dijo: “Acá duerme mi hijo Julio junior, él tiene gustos muy delicados, esta colección de barbies es de él y los afiches de One Direction y Justin Bieber también son de él”.
– Pues yo creo que de todo esto Mario va a sacar una gran novela, como dijo su hijo Gonzalo, ¿no crees, amor?
– El más inteligente en esa familia es Gonzalo. Me encantó que le dijera a Mario que tanto “exhibicionismo” era innecesario, que se ha entregado a la “beautiful people”, que tantas apariciones en la revista ¡Hola! responden a intereses económicos, y que ahora nos debe una gran novela en clave de humor. Pero no creo que Vargas Llosa la escriba, la verdad.
– Pero sería divertidísimo que lo contara todo en una novela, Jaimín.
– No lo hará, mamá, no lo hará. Y su historia con Isabel no es una canita al aire, ya verás. Mario es porfiado, testarudo, y cuando elige una batalla, es indesmayable, no se rinde, llega hasta el final.
– Pero con Patricia se rindió, amor.
– Bueno, pero era una batalla largamente ganada, ¿no crees? Tres hijos, cincuenta años juntos, el Premio Nobel, qué más podía darle. Vargas Llosa es un hombre de aventuras, de alto riesgo, y, a punto de cumplir ochenta años, necesitaba reinventarse.
– Pues se hubiera ido a meditar al Tíbet o a Nepal.
– ¿Tú sabes cuál fue el gran error de Patricia, mamá?
– ¿Cuál, hijito? ¿Casarse con el dientón?
– No, no. No apoyar a Mario cuando decidió actuar a principios de este año. Patricia le dijo que haría el ridículo, no fue a verlo, se quedó en Lima. Y la Preysler aprovechó, fue a verlo al teatro, pasó luego al camerino a felicitar a Vargas Llosa y lo ovacionó y le regaló flores y fueron a comer juntos y allí Isabel atrasó a Patricia. Ella ya le había puesto el ojo a Vargas Llosa, la filipina no da puntada sin hilo.
– ¿Qué dirá de todo esto Julio Iglesias papá, no, amor? Porque a mí Julio me sigue pareciendo guapísimo, el más guapo de todos…
– Dicen que se muere de la risa. Y el rumor es que quiere grabar una canción a dúo con Vargas Llosa titulada “Caimanes del mismo pozo”.
– Acá en Lima todas mis amigas, todas, me preguntan qué planes está haciendo Mario por sus ochenta años. ¿Tú crees que los va a celebrar en Lima, Jaimín?
– Olvídate de eso, mamá. Vargas Llosa no quiere saber nada de Lima, la otra noche dejó plantados a los Humala en la cena con los reyes de España. Y si va a Lima con su Perla de Manila, ¿adónde se van a quedar? Porque los departamentos de Barranco están tomados por Patricia. Tendrían que irse a un hotel. ¿Adónde se van a ir, al Golf Los Incas, a la suite Claudio Pizarro?
– Y entonces, ¿qué crees que harán?
– No lo sé. Es en marzo, falta mucho. No me sorprendería que hicieran una gran fiesta en casa de la Preysler. La foto que quiero ver es la de Mario e Isabel con Enrique Iglesias y Anna Kournikova, todos de corto, de blanco, listos para jugar tenis, ¿no sería divino? Y de recogebolas, porque él siempre quiere estar en la foto, Álvaro, mirándole el poto de reojo a la Kournikova.
– Mi Jaimín, ¿cuándo volverás a Lima? Te extraño. Tienes que venir pronto.
– Yo te extraño más, mamá. Pero no puedo ir todavía. Están los Humala. Tengo que esperar un año más.
– No seas tonto, regresa ahora y lánzate, hijito. Yo te financio la campaña.
– No sacaría más del tres por ciento, mamá. Y, además, tengo piojos. No puedo ser un candidato piojoso.
– Yo te echo agua bendita en la cabeza y te mato todos los piojos, amor.
– Ya, mamá.
– ¿Y quién crees que va a ganar las elecciones, amor?
– Tú, mamá. Si te lanzas, ¡tú ganas!
– No sigas, hijito, que me lanzo de verdad. Si Pedro Pablo se lanza con sus buenos setenta y siete años, yo, que tengo setenta y cinco, ¿por qué no?

Jaime Bayly
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