Es famosa esa frase del diplomático yanqui Cordell Hull respecto al dictador nicaragüense Somoza: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Algo así sucede con la izquierda peruana y sus ídolos: la rojada y la caviarada saben perfectamente que Evo Morales ha hecho cosas muy similares a Fujimori (agredió al TC y al PJ, persiguió a opositores, deportó a parlamentarios, compró prensa) para mantenerse en el poder, pero eso no les importa en su doble moral y celebran su triunfo. También saben perfectamente que el nuevamente ganador PT de Brasil es una cueva de ladrones, que junto a las constructoras ha hecho mil cutras con el Mundial y las Olimpiadas, que Lula y Dilma sabían perfectamente del saqueo de Petrobras y cómo –mismo Montesinos– el lulista Dirceu compraba congresistas opositores con mensualidades, pero no importa, porque “son de izquierda”.
De la misma manera, saben perfectamente que Fidel es un dictador tan abominable como Pinochet y que su Velasco fue más prepotente que Fujimori, además de saber que Toledo está comprometido con la mansión de Casuarinas y que la Villarán debe responder por la Caja Metropolitana, pero eso no importa, porque son de izquierda o aliados. Saben que Goyo Santos es casi seguramente un pericote, pero les resulta un héroe. Sabían perfectamente de los actos del ‘capitán Carlos’ contra los derechos humanos o que el levantamiento de Locumba fue para tapar la huida de Montesinos en el Karisma, pero no se hicieron problema en apoyar a Humala. Por eso desprecio y ataco tanto a la izquierda peruana. No solo deshicieron al país con Velasco y Sendero/MRTA, sino que son unos fariseos repugnantes.
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