Carlos Carlín,Opina.21
ccarlin@peru21.com
Por eso, cuando en su visita a Lima se encontró cara a cara con su impostor, reaccionó como solo Justin podría reaccionar. Antes de su llegada, un adolescente peruano se hizo popular por su parecido al joven fenómeno. Ofrecía sus servicios de chambelán en quinceañeros. Yo lo entrevisté en la tele y le prometí que conocería a su ídolo. Justin llegó y los organizadores no dieron entradas de cortesía. Con la palabra empeñada, la producción llevó al ‘Justin cholo’ al show, pero entre el público. Se armó el infierno. Las Beliebers se le aventaron, le arrancharon el pelo y lo toquetearon como les dio la gana. La seguridad consciente que la vida del chibolo corría peligro, lo escondió en backstage. Sin querer, el sueño del inocente impostor se haría realidad. No se había repuesto del susto cuando apareció el Justin de carne y hueso. Estaban cara a cara el firme y el bamba. Justin, como en ‘El hombre de la máscara de hierro’, se asustó tanto que de un grito lo mandó a rodar. Por eso no me extraña que Justin “el firme” vomite en el escenario, trapee el piso con banderas y pinte paredes de los países que visita. ¡Ingá!¡Cuidao con la criatura!
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