Ariel Segal, Opina.21
arielsegal@hotmail.com
En 2006, el movimiento islamista Hamas ganó las elecciones parlamentarias de la Autoridad Palestina al imponerse en el legislativo a la facción moderada del presidente Mahmoud Abbas, Fatah, heredera de los pasivos de corrupción del régimen de Arafat.
En 2007, Hamas tomó el poder ejecutivo de Fatah en Gaza, en una guerra civil en la que fueron asesinados y expulsados de la franja centenares de miembros del grupo de Abbas, que hoy solo gobierna zonas de Cisjordania. Desde entonces, Gaza está dominada por el régimen fundamentalista de Hamas por medio de la intimidación y la represión.
Hamas fue fundada en 1987 a imagen y semejanza de la Hermandad Musulmana de Egipto (HM) y, ahora, “el padre imita al hijo” luego de que el presidente egipcio Mohamed Mursi decretara una ley que le otorgó impunidad a él y a la Asamblea Constituyente (AC), con mayoría de miembros de la HM, de cualquier decisión de la Corte Suprema Constitucional (CSC). Como todo aspirante a dictador, Mursi anunció que “alguien debe proteger a la revolución” que derrocó a Mubarak.
Una semana después del autogolpe de Mursi, la AC culminó la redacción de la Constitución que se someterá a referéndum el 15 de este mes, la cual plantea que los eruditos de la principal universidad islámica del país, Al-Azhar, “deberían ser consultados en todos los temas relacionados con la ley islámica”. La nueva Constitución propone una sola reelección, pero el actual comportamiento de Mursi provoca temor ante una amenaza conocida por los egipcios: la sustitución de una dictadura por otra.
La HM parece aprovechar la popularidad que la llevó al poder, para luego detentarlo a la fuerza y, como Hamas, para controlarlo por la vía religiosa radical. ¿Va Egipto hacia una hermandad nacional o hacia una islamista?
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