Al contrario de lo que se dice en algunas obras de ficción, en este caso, cualquier parecido con la realidad no es una coincidencia. Argentina tiene su propio Belaunde Lossio, se llama Lázaro Báez y es amigo íntimo de Cristina Kirchner y lo fue de su difunto marido. La denuncia inicial la hizo el periodista Jorge Lanata y se refería al traslado de más de 50 millones de euros –en billetes y en avión privado– desde la provincia de Santa Cruz hasta una pequeña empresa financiera en Buenos Aires. Ese dinero fue posteriormente distribuido a través de una red de empresas fantasmas en paraísos fiscales como Panamá y Belice.
Como en nuestro caso, Báez se convirtió en importante contratista de obras públicas. También como en nuestro caso, la denuncia de Lanata dio lugar a una investigación judicial. El fiscal encargado ya advirtió sobre la existencia de más de un centenar de empresas constituidas en el Estado de Nevada (USA) de propiedad de Lázaro Báez a través de las cuales se realizaron oscuras operaciones con bonos soberanos que luego terminaron engrosando las arcas de Austral Construcciones, la principal empresa constructora de Báez. El fiscal ha señalado además que tanto las empresas de Nevada como las compañías en Panamá tienen el mismo titular, el estudio de abogados panameño Mossack Fonseca. Aquí la similitud es con un caso llamado Ecoteva que ya parece olvidado.
Hasta allí las coincidencias porque en el caso Báez ha intervenido, ante la justicia de los Estados Unidos, el fondo de inversiones NML que tiene a su favor una sentencia para cobrarle a la Argentina más de 1,700 millones de dólares y que ha presentado documentos que demuestran la relación de Báez –y por lo tanto de la familia Kirchner– con las empresas de Nevada. Ojalá la comisión que se acaba de instalar en el Congreso para ver el caso Belaunde Lossio pudiera encontrar un aliado tan poderoso.
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