Guido Lombardi: Temas de campaña

Cuando uno escucha a Pedro Sánchez, candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a las elecciones en España, arengar frente a un público enorme “mi apuesta es por una España laica”, siente sana envidia. En lugares como la península ibérica, la laicidad del Estado es un tema de campaña, es oferta electoral que se debate, se propone, se discute, se ofrece. Es el ciudadano quien decide.

Acá no. El tema del Estado laico nunca ha sido planteado seriamente en nuestros procesos electorales. Nadie se atreve a ofrecer legislar al margen de la influencia de la religión.

Temas como el de la píldora del día siguiente, la unión civil y el aborto se siguen discutiendo bajo el influjo y la presión de las distintas iglesias, que tienen representantes muy activos en el Congreso. Ni siquiera existe la intención de ofrecer libertad de culto, pues nadie se atreve a denunciar el Concordato (tratado entre la Santa Sede y la República del Perú), que coloca a la Iglesia Católica en situación de privilegio frente a las otras.

Curiosamente, en este escenario tan conservador, en el que el tema prácticamente no existía hasta hace unas semanas, quien lo ha terminado poniendo en agenda ha sido el mismísimo cardenal Juan Luis Cipriani.

Tal como señala el politólogo Alberto Vergara en una carta a Mirko Lauer publicada en La República, el comunicado de adhesión al cardenal, firmado por importantes empresarios, líderes políticos y de opinión del país, marca una línea divisoria que ya no va a ser fácil de borrar. Antes del comunicado, uno se podía hacer el sueco con el tema del Estado laico. Después de él, ya no, porque acaba de transformarse en un tema político.

Ahora falta que aparezcan en el escenario los liberales (de derecha o de izquierda), dispuestos a enarbolar banderas como Estado laico, unión civil, aborto por violación y –aunque parezca contradictorio con la prédica liberal– más Estado, pero eficiente.