Hace pocos días, el jefe del Seguro Integral de Salud (SIS), Edmundo Beteta, afirmó que “son aproximadamente cuatro millones de compatriotas que, sin ser pobres, tienen una condición de clase media y podrían contribuir e ingresar a una modalidad semicontributiva”. La visión pareciera ser la de convertir al SIS en el Essalud de los trabajadores independientes de clase media.
Es alentador observar que el SIS adopte enfoques económicos hacia la salud, pues un enfoque exclusivamente de derechos solo lleva a sistemas muy onerosos para los contribuyentes e insostenibles en el tiempo. Tal como ha ocurrido en EE.UU. con el Obamacare. Sin embargo, Beteta olvida preguntarse si no existe –o pudiera existir– suficiente oferta de seguros privados que puedan cubrir la demanda de esos cuatro millones de peruanos.
Estoy de acuerdo con que las personas que el Midis califique como pobres dentro del sistema de focalización de hogares se afilien al SIS y reciban atención en salud subsidiada. De hecho, hoy hay dos millones de pobres aún no afiliados al SIS, según el propio SIS. Pero el objetivo respecto de quienes no están debajo de la línea de pobreza no debe ser que el Estado los financie y atienda.
El Estado debe promover que exista una oferta de seguros privados de bajo costo, y cuyo dueño sea cada trabajador, además de subsidiar focalizadamente algunas atenciones muy costosas, sujetas a copagos que impidan que la gente abuse del sistema, como ocurre frecuentemente en Estados Unidos.
¿Podrá Indecopi analizar si ya existen actual o potencialmente seguros privados que puedan atender a ese mercado de clase media, antes de que el SIS empiece a ofrecerles aseguramiento semicontributivo? Para sistemas distorsionados, tenemos ya suficiente con los trabajadores dependientes afiliados a Essalud.
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