Evo Morales se ha comportado al mejor estilo fujimorista, forzando una nueva Constitución, reeligiéndose ilegalmente (a pesar de esta misma), avasallando y capturando al Poder Judicial y al TC (¡incluso quiso encarcelar a cuatro de sus miembros!), persiguiendo y exiliando a políticos opositores, arrinconando y comprando con empresarios amigos a la prensa independiente. Todo esto con el agravante de que se tumbó a un gobierno democrático con una algarada callejera. Sin embargo, la izquierda peruana no critica para nada estas arbitrariedades –como sí aquí– y tan solo tiene elogios para esta segunda reelección de Evo. Ese es el doble rasero: si el abusivo es un derechista, duro con él. ¡Pero, si es izquierdista, a elogiarle! Es como con Toledo. Si un ex presidente aprista, derechista o fujimorista se hubiera comprado así una mansión en Casuarinas, pues sería portada todos los días en La República, D-16 y Diario Uno; habría marchas de los ‘progres’ y socialconfusos Jacinto Díaz y Mónica Sánchez a cada rato; las ONG caviares tipo IDL, la Coordinadora de Derechos Humanos, Aprodeh, Transparencia y otras le habrían llenado de comunicados y denuncias; Ugaz y Arbizu le habrían iniciado un proceso penal; varios activistas le habrían tirado bolsas de basura afuera de la mansión; Villarán y Glave le habrían machacado a diario (en lugar de aliarse con él); Vargas Llosa y Diego García Sayán organizarían campañas internacionales contra él; los locales corresponsales rojimios le darían a cada rato; el gringo Walter Reid (ese que elogiaba a Villarán y ahora reside en Lima) le habría dado duro en The Economist, etc… ¡El doble rasero!
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