Elogio de la ingeniería

El sábado pasado, a los 93 años, murió en un hospital de Bahía Norberto Odebrecht. Hasta el mes anterior, el notable ingeniero había asistido, impecablemente vestido de blanco y, como cada día durante los últimos 70 años, a las oficinas de la empresa constructora que fundó cuando apenas contaba con 21.

Aunque el manejo empresarial había pasado a manos de las siguientes generaciones, haciendo honor a las tesis de su libro Sobrevivir, crecer y perpetuar, él seguía ocupándose personalmente de la Fundación Odebrecht, que tenía a los jóvenes como foco principal de su actuación.

Desde sus inicios, la empresa tuvo como principios orientadores la idea del trabajo como “servicio” y la asociación y confianza en las personas. Quizá eso explica su rápido crecimiento y su enorme expansión. Su internacionalización comenzó en el Perú en 1979 con la construcción de Charcani V en Arequipa.

En la actualidad, la corporación opera en más de 20 países de los cinco continentes, emplea a más de 200 mil trabajadores de 78 nacionalidades distintas y factura cerca de 40 mil millones de dólares.

Pese a que entre nosotros no ha tenido buena prensa, en los últimos 30 años Odebrecht ha dado trabajo a más de 15 mil peruanos y ha desarrollado obras de infraestructura vial como el Metro de Lima, la carretera Carhuaz-Chacas-San Luis (en cuyo tramo se ha construido el túnel carretero más alto del mundo, Punta Olímpica, a 4,738 metros sobre el nivel del mar), y ha construido hidroeléctricas, puertos e importantes obras de irrigación como Olmos y la tercera etapa de Chavimochic.

En su libro Creadores, dedicado sobre todo a escritores y artistas, Paul Johnson afirma lo siguiente: “Crear un negocio es una de las formas de creación más satisfactorias, porque da empleo y la oportunidad para que otras personas –decenas, incluso cientos de miles– también creen”.

Por eso, este homenaje al gran creador brasileño.