La pregunta de moda en medios estadounidenses es ¿quién tiene la culpa del ascenso de Donald Trump? La prensa americana ha disparado hacia distintos culpables: la “debilidad” de Obama, el progresismo, la cultura de lo políticamente correcto, el torneo WWE de lucha libre (que contribuyó a su consolidación como celebrity y a su estilo bravucón años atrás), el Partido Republicano, entre otros. Pero el principal sospechoso es la prensa misma.
El último número de la revista semanal del conocido site Politico –cuyos reporteros han sido vetados en muchos mítines de Trump– dedicaba su edición a analizar el asunto y titulaba la nota principal: ¿Nosotros creamos a Trump?
El presidente Obama en la cena de corresponsales de la Casa Blanca
–una velada semiinformal a la que asisten periodistas y actores de Hollywood–, además de las bromas esperadas, lanzó un dardo a los medios por la excesiva cobertura a la campaña de The Donald: “El tipo solo quería reanimar su negocio hotelero y miren dónde estamos ahora”.
Una pregunta similar ha surgido en nuestro país cuando la ciudadanía y los medios “descubrieron” hace unas semanas que Kenji Fujimori era el congresista más votado.
Como todos sabemos, el hermano de la candidata presidencial no es el político más articulado, ni el legislador más productivo, ni siquiera el consentido de la prensa, pero sí parece ser el engreído de los votantes. Lo cual, por supuesto, plantea una pregunta obvia: ¿por qué?
La pregunta se extiende también al fujimorismo en general, pero a estas alturas, con Keiko Fujimori peleando dos segundas vueltas consecutivas, es mucho más interesante concentrada en el benjamín de la familia.
Hay quien –aquí también– culpa a la prensa, pero en realidad la mayoría de periodistas suele mofarse del congresista, así que haríamos bien en buscar nuevos culpables.
En esa búsqueda, una de las razones más peregrinas y clasistas que he escuchado –y en esto se establece otro paralelo con Trump– es la ignorancia de sus simpatizantes, a quienes se estigmatiza y rechaza por su afición a la llamada “telebasura”; la gente vota por Kenji (en particular, y por el fujimorismo en general) porque no lee, porque ve Esto es guerra o Al fondo hay sitio, claman desde su atalaya.
Otra demostración más de la enorme desconexión que existe entre el ciudadano promedio y los líderes de opinión o las élites político-culturales del país: Solo pueden votar por un candidato que despreciamos los ignorantes idiotizados por la TV abierta. Esa explicación simplista, lejos de ayudar a comprender la realidad política del país, solo consigue elevar el muro de desentendimiento entre ciudadanos. Y lejos de encontrar razones, terminamos escudando nuestra ignorancia en la sinrazón de nuestros prejuicios.
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