Más allá de los cuestionamientos a la gestión de Susana Villarán en la Municipalidad de Lima, es innegable que en el área de la cultura sí se trabajó bien. Hoy, muchos nos preguntamos si la nueva gestión de Luis Castañeda continuará lo avanzado o, como ya hizo antes, hará borrón y cuenta nueva y Lima será, otra vez, un espacio donde se construyen escaleras y hospitales, pero no se cincelan la inteligencia y el espíritu crítico de sus ciudadanos. Para conocer qué recibirá Castañeda, entrevistamos a Pedro Pablo Alayza, gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima.
¿Qué está dejando la gestión de Villarán en el campo cultural?
Hemos hecho tanto que no sé por dónde comenzar. Fuimos muy ambiciosos. Cuando empecé a trabajar acá, a mediados de 2011, Villarán me dijo: “La cultura debe ocupar un espacio más importante, hay que crearle una gerencia. Lima es una gran ciudad y, como tal, merece un gran programa cultural”. Nos autoimpusimos una tarea: crear la gerencia y hacer que esta funcione de verdad. Susana nos ha dado total confianza y el apoyo político y administrativo necesarios para plasmar nuestras ideas y nuestra visión sobre la cultura como herramienta fundamental para el desarrollo de una ciudad.
Aterricemos un poco y hablemos de obras específicas…
Empecemos por el patrimonio arqueológico. La Municipalidad de Lima nunca había atendido este tema. Creamos un plan de salvaguarda y, así, restauramos cuatro huacas y, desde el Parque de las Leyendas, creamos proyectos de inversión por varios millones de dólares. En cuanto al patrimonio inmaterial, creamos un plan de registro y salvaguarda. Así, registramos una infinidad de fiestas limeñas y abrimos el Palacio Municipal a las hermandades, no solo las tradicionales o la del Señor de los Milagros, sino las creadas por los migrantes llegados de todo el Perú. Hemos trabajado con los grupos de cultura viva comunitaria que están en Villa El Salvador, El Agustino, Comas, etcétera. Repito, nosotros impulsamos la ciudadanía: la cultura no es un cuadro colgado en una galería, una obra en un teatro; la cultura es un camino, una manera de llegar a las personas y una forma de integrarnos unos a otros. Así como uno construye la ciudad a través de obras públicas y edificios, la ciudadanía se construye con la cultura. La cultura permite la vida en sociedad.
Pero han ‘colgado’ cuadros y han montado obras…
(Sonríe). Así es. Tenemos un área de Teatro e Industrias Culturales que abrió, por ejemplo, la Plazuela de las Artes. Hemos llevado música a las calles, organizamos el festival Lima Vive Rock (que ha convocado a más de 75 mil jóvenes) y, estos días, el Festival de Artes Escénicas de Lima (FAEL), que en solo dos ediciones se convirtió en el más importante realizado en el Perú. Y así como le hemos dado mucha actividad a la municipalidad, también hicimos pasacalles, usamos el convento de Santo Domingo, el barrio de Malambo. Generamos público para el ballet, difundimos el rap y la música andina… hicimos realidad la frase “Lima, ciudad para todos”. Créeme, no podíamos planificar nada porque no teníamos data vinculada a la cultura: cuántos museos existen, cuántas huacas, cuánta gente asiste a los espectáculos culturales, etc. Por eso, creamos un área de investigación, de generación de data. Y hoy toda esa información existe. Es decir, vimos lo que teníamos y, sobre ello, empezamos a construir.
Lima no es señorial, es mestiza, y tiene un pasado milenario…
Lo reconocimos mediante una resolución de alcaldía de 2012: Lima milenaria, ciudad de culturas. ‘Milenaria’ nos da la dimensión diacrónica: tenemos cuatro mil años de historia. El de Lima era el valle más rico de toda la costa y, por ejemplo, Pachacámac tiene una ocupación permanente de unos tres mil años. Lima es una ciudad mestiza desde el primer día: no olvidemos que Pizarro, su fundador, se casó con la hija de un cacique de Jauja. El primer hijo de Pizarro es un mestizo. La migración siempre estuvo presente, solo que esta se hizo masiva durante la segunda mitad del siglo XX, como lo registra José Matos Mar. Esta es su dimensión sincrónica, lo que la hace una ciudad de culturas, como las radios del dial. Y sobre toda esta multiplicidad hemos trabajado; no copiamos un programa de fuera, lo creamos conociendo nuestra ciudad.
¿Han gastado o invertido en cultura?
La anterior gestión le destinaba dos millones de soles por año a la cultura. El primer año lo subimos a seis y, luego, a 15. Nosotros hemos invertido en la ciudad, en la gente. En los últimos cuatro años hemos gastado 50 millones de soles, que es poco dadas nuestras necesidades: Bogotá invierte 100 millones de dólares por año; Quito, 20 millones de dólares. Lima es patrimonio de la humanidad. Afirmar que porque somos pobres no podemos invertir en cultura es una barbaridad. No podemos dejar de darle cultura a la gente, es un servicio básico como la salud, la educación, la seguridad ciudadana. ¿Cuánto se gasta en la represión de la violencia? ¿Cuánto se ha invertido en la prevención? Hacer mejores ciudadanos ¿no es acaso mejor y más barato? Esta ecuación es fundamental, la cultura tiene un elemento pacificador: lo entendieron en Nueva York, en Medellín, en las ciudades más violentas del mundo. Sin un mínimo de desarrollo de la imaginación, ¿cómo formamos a las personas? La cultura no es rentabilidad, es un servicio. ¿Acaso a alguien se le ocurre pedirle rentabilidad a un hospital o a un colegio? Lo mismo sucede con la cultura.
¿Qué hacemos para que Castañeda no detenga lo avanzado?
Dime iluso, pero creo que las cosas buenas son buenas para todos y me daría mucha pena, mucha lástima, que las cosas buenas que hicimos se corten por mero interés político. La historia enseña y no creo que Castañeda vuelva a cometer los errores del pasado. Lo más importante que estamos dejando son las herramientas de gestión, la infraestructura administrativa necesaria para trabajar la cultura. Esto no existía. La nueva gestión puede cambiar de prioridades, de enfoque, pero no deshacer la estructura administrativa porque esta le permitirá realizar un buen trabajo: el aparato público no está hecho para la cultura: lo estamos dejando listo. Lo importante es la continuidad.
AUTOFICHA
■ “Durante la gestión de Villarán, organizamos dos Bienales de Fotografía, tres festivales de Artes Escénicas, tres festivales Lima Vive Rock, restauramos cuatro huacas, organizamos concursos. Todo debe seguir”.
■ “Trabajo hace 30 años en la gestión cultural. Soy profesor de San Marcos, donde dicto cursos sobre esta materia. La gestión cultural es administración cultural, no es nada esotérico”.
■ “Conseguir recursos del sector privado para Lima ha sido muy complicado. En mis años de gestor, nunca me costó trabajo conseguir estos fondos, pero aquí no nos apoyaron porque ‘a los caviares no les puede ir bien’”.
Por Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)
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