Carlos Carlín,Habla.Babas
Un policía es masacrado a pedradas cuando cae de su caballo. Delincuentes con armas de guerra. Caballos con las patas cortadas a machetazos. Dos muertos y 108 heridos es el saldo de un operativo policial mal planificado y de la brutal resistencia de la mafia enquistada en La Parada. Violencia inaceptable que tiene su origen en la informalidad que tiene décadas usando la manipulación social para seguir operando. “¿De qué van a vivir nuestros hijos?” y “mi derecho a trabajar” son algunos argumentos de los informales para sostener su posición de víctimas, cuando les resulta más rentable seguir viviendo ajenos a los impuestos, las normas, la seguridad y la higiene. Las autoridades se ven neutralizadas porque no es popular dejar sin pan a estas supuestas víctimas que lloran su tragedia cuando les prenden la cámara, pero que no dudan en reventar cabezas o saquear a sus vecinos cuando de resistirse a la autoridad se trata. La Parada es el centro de trabajo de esforzados comerciantes, pero también es guarida de mafiosos que encontraron en la informalidad una mina que no van a abandonar. Informalidad que fomentamos cuando parece divertido robar cable, cuando compramos autopartes en San Jacinto o cuando nos vestimos en ‘la Cachina’.
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