Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com
Tercer acto. Roncagliolo, en una tímida alocución, invoca al Gobierno venezolano, como se acordó en la cita presidencial, al diálogo y a la tolerancia. Cuarto acto. Maduro se aloca y manda a ‘freír monos’ a “ese Roncagliolo”. Quinto acto. En horas, Maduro asegura que ya pasó el “impasse”. Especulan que hubo una llamada de la pareja presidencial, cuyo tenor nadie sabe o quizá sí conoce el ahora excanciller. ¿Qué cambió el humor al exaltado Maduro? Para amenizar, un siempre lenguaraz Abugattás aseguró que había que fumigar la Cancillería. Sexto acto. La Comisión de Relaciones de Exteriores del Perú termina respaldando, por unanimidad, a Roncagliolo luego de los affaires de los exembajadores Riofrío y Raygada. El primer caso del embajador ‘pegalón’ se llevó de encuentro, para congraciarse con Rafael Correa, a nuestro embajador en Ecuador y, en el caso del segundo, el Gobierno se vio obligado a pedir la renuncia del embajador político y gran amigo del chavismo, Luis Raygada. Sexto acto. Maduro condecora a Raygada en claro desafío a la decisión de la Cancillería peruana. Sétimo acto. Renuncia, “por razones de salud”, Roncagliolo y le dan las gracias por los destacados servicios prestados. ¿Cómo se llama la obra? Pero en el plano de las especulaciones bien vale preguntarnos si Maduro o Correa supieron, antes que los peruanos, que el buen Rafael sería capítulo cerrado. Podría haber sido el bálsamo perfecto para que Maduro y nuestro vecino dejaran de chillar, ¿no creen? Ahora Eda Rivas, flamante canciller, se quitará de encima la papa caliente del indulto de Fujimori y recibirá la otra papa caliente, la del fallo de La Haya.
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