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Opinión

Pasan las semanas y los temas Belaunde Lossio y López Meneses siguen dominando la política y haciéndole un tremendo daño al gobierno.

Pasan las semanas y los temas Belaunde Lossio y López Meneses siguen dominando la política y haciéndole un tremendo daño al gobierno. Hay quienes piensan que los medios de comunicación que cubren estos temas con abundancia debieran bajar el tono y pasar a otros asuntos. Eso no va a ocurrir. Escándalos como estos son siempre noticia de primera plana, más todavía, cuando rozan tan de cerca al poder.

Del caso López Meneses, el gobierno está saliendo mejor librado. Ello debido al culebrón en el que se ha convertido la comisión que lo investiga. El congresista Díaz Dios la ha manejado con poca seriedad y poca pericia.

Los últimos acontecimientos pueden terminar de liquidar la credibilidad de la investigación. La absurda visita de la comisión a Montesinos solo sirvió para que este se burle de ellos. Díaz Dios ha sobreactuado también con las llamadas del ya famoso celular del taxista al congresista Lescano en el año 2012. Es cierto que el que existan es raro, pero suena inverosímil que este haya estado involucrado con los hechos y sea un “topo”.

Díaz Dios insiste en que su comisión sí ha encontrado indicios importantes sobre el porqué del famoso resguardo y que los va a hacer públicos. Solo si así fuese se podría cambiar la impresión de que todo esto no ha sido sino una gran pérdida de tiempo y que no sabremos la verdad de este oscuro hecho, mientras dure este gobierno (o quizá nunca).

En cambio, en el caso Belaunde Lossio, siguen apareciendo indicios de que sus “negocios” fueron más grandes y diversos de lo que antes se pensaba. Afortunadamente, no ha surgido nada que indique que Humala y Heredia han avalado las andanzas de este personaje durante este gobierno, pero la sensación de que lo protegen es demasiado fuerte.

Para empezar, sigue prófugo. Sume a esto que el procurador Salas, que apuntaba a una investigación seria en el caso, fue sacado del cargo luego de haber declarado que a este personaje no le podía corresponder el beneficio de la colaboración eficaz; algo que según el también ex procurador Ronald Gamarra le permitiría no ir a prisión. También Gamarra y otros han cuestionado las reuniones del ministro Figallo con los fiscales del caso y la intervención del asesor presidencial, Roy Gates.

La percepción de un trato preferencial es el punto nodal del problema y lo que hace trizas la imagen del gobierno. Para salir de ese enredo, solo hay un camino: una pronta captura y que el individuo vaya a detención preventiva, como todos los demás involucrados, y que no se perciba ningún privilegio.
Así de fácil, así de difícil.


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