1).- Si Marco Arana hubiera sido el candidato presidencial del Frente Amplio (FA) su gran éxito, de darse, se limitaba a mantener la inscripción electoral de su partido. Los 20 congresistas del FA se deben a la aceptación popular de Verónika Mendoza. Marco Arana tiene otros méritos reconocidos por los militantes de Tierra y Libertad (TyL), Verónika la adhesión de multitudes de la izquierda y el progresismo. Marco no tiene carisma, Verónika sí.
2).- En la política, hay quienes destacan por su capacidad organizativa, su lucidez programática, consecuencia, etc. Sin embargo, no entiendo eso de “liderazgos múltiples”, tesis remarcada hasta el cansancio justamente al final del éxito logrado por Verónika. Aunque puedo equivocarme, creo que hay un celoso intento de socavar su imagen bien ganada al interior del FA y, principalmente, en amplios sectores de la población.
3).- Algunos sostienen que la actual disputa en el FA no se debe personalizar como si fuera entre Verónika y Marco Arana. Es no ver la realidad. En política, los matices y diferencias se concretan en las posiciones de ciertos dirigentes, que en la disputa pueden convertirse en líderes cuando consiguen el apoyo multitudinario a sus propuestas. Surgen así, y no en la discusión interna entre parroquianos.
4).- Verónika ha dicho: “Los militantes y bases son los que deciden en el FA” y convoca a una organización de ciudadanos, no a la suma de pequeños grupos políticos conducidos por quien es dueño de la inscripción electoral. Defiende la democracia de los militantes de base, los que no pertenecen a ningún partido y de los militantes de partidos, pero con la misma regla para todos: ‘Cada militante un voto’. ¿Acaso está mal?
5).- Esta disputa no debe fragmentar la bancada del FA, ya que sus congresistas fueron elegidos por un mismo programa.
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