1. Alberto Fujimori, mintiéndole al país, se fugó a la tierra de sus padres y ancestros desde donde renunció por fax a la presidencia ofendiendo a la dignidad nacional. Vivió a todo dar cinco años en el Japón. Retenido en Chile y ante el peligro de ser repatriado, no vaciló en candidatear al Senado del Japón. En su campaña televisiva, en fluido japonés, decía: “Prometo dar mi mayor esfuerzo y mi propia vida por el Japón”. ¿Por qué no se quedó en el Perú si se creía inocente? Conseguida su extradición (set. 2007), fue condenado por la justicia peruana. Curiosamente, el fujimorismo creció (de 12 congresistas en 2006 a 73 en 2016) conforme peligraba la salud del preso de la Diroes. ¡Los problemas que nos habríamos ahorrado de haberse quedado en el Japón o salido elegido senador! ¿Y si lo devolvemos a la tierra de los samuráis para que logre mejorar su salud?
2. Lo conseguido por el ministro Basombrío –desarticulación de una mafia de policías, incluyendo algunos jefes y oficiales, al servicio del crimen organizado– es el logro más importante de su gestión. Así, queda demostrado que eran falsas las críticas que se hacía a la conducción civil del Mininter, dizque por desconocimiento de ‘la dinámica interna del mundo policial’ hecha por algunos sabiondos generales ® PNP.
3. Para Juan José Garrido, la tesis de Sun Tzu a favor de que la guerra entre príncipes y nobles de entonces no debería durar mucho (los soldados eran mercenarios), sería una buena lección para la actual confrontación entre el Congreso y el Ejecutivo. Nosotros añadiríamos, que la tesis de Mao Tse Tung a favor de luchar siempre “con razón, ventaja y sin sobrepasarse” podría servir tanto a Keiko como a PPK para evitar excesos y chambonadas.
4. No estaba equivocado el ministro Jorge Nieto cuando advirtió sobre seguimientos y chuponeos al interior del gobierno. ¿Qué hacer?
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