La elección en el Congreso de los tres miembros del directorio del BCR ha tenido sus bemoles:
1).- En esta oportunidad, la aplastante mayoría fujimorista decidió dejar de lado remilgos anteriores que favorecían una imagen concertadora. ¿Qué es lo que han ganado? Ha sido una victoria pírrica. Aunque la votación contó con el quórum legal y la mayoría requerida, su legitimidad está en cuestión. Y cuando esto sucede la polarización crece.
2).- Amplios sectores critican la nula calificación económica de Rafael Rey y el dudoso comportamiento de Chlimper al fin de la campaña. Sin embargo, pocos cuestionan a Elmer Cuba, conocido economista y socio director de Macroconsult, consultora de importantes empresas en el país. Y que su negocio, también, es el de analizar previsibles inversiones ventajosas. Su plus se basa en tener información privilegiada.
3).- ¡Ojo!, el artículo 11 de la Ley Orgánica del BCR señala que los directores “No representan a entidad o INTERÉS PARTICULAR alguno”. Es verdad que Cuba, una vez integrado a la campaña de Keiko, pidió licencia de su importante cargo. De ahí el comunicado de esta empresa consultora: “Macroconsult no ha participado ni participará DIRECTAMENTE en política. La participación de sus socios y profesionales en política o cargos públicos ha sido a título personal” (Gestión 6/5/16). ¿No les suena parecido a los dueños de universidades particulares, miembros de la Comisión de Educación en el Congreso?
4).- Sin embargo, hay que reconocer la validez del acuerdo. Y del error de quienes lo consideran un “caballazo”, pero lo avalaron con su apurada participación y su inútil presencia.
5).- Todavía no está dicho todo. Hay que esperar la marcha estudiantil, porque en nuestro país la democracia también se construye a punche y borbotones de rebeldía.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.