Han sido asesinados, a la mala, dos miembros de nuestra Policía de Carreteras en Pacay-huaico, entre el camino de Luricocha a Santillana, en la provincia de Huanta. Una ruta por donde se traslada la droga. De las 400 toneladas de cocaína que se produce en nuestro país, el 70% corresponde a las provincias de La Mar, Huanta, La Convención, Satipo y Tayacaja (Vraem). Era la zona donde se desplazaban los ‘rezagos’ senderistas. Sin embargo, después de ocho años de presencia militar, se ha logrado pacificar la zona.
Se respetó a los productores que cultivaban coca para aislarlos de los subversivos. Cerca de 25 mil familias vienen produciendo la coca que se utiliza en las pozas de maceración para la producción de ‘la pasta’ que después es convertida en cocaína. La DEA y la Dirandro vienen obteniendo notables éxitos en requisar la droga en los sitios antes del embarque al exterior. También, en la destrucción de las pozas de maceración o en el control de sus insumos químicos. Pero “la sustitución de cultivos” en los cocales ha sido solo simbólica y mal llevada. Crece la protesta ante la amenaza de la erradicación del cultivo de coca. De ahí la anunciada marcha de protesta de los cocaleros hacia Lima para el 1 de julio. Así, convergen los intereses de los que cultivan la coca, los ‘poseros’, las firmas locales y los grandes narcotraficantes. Como siempre, el mercado manda.
En un negocio ilegal y perseguido, sus beneficiarios tienen grupos de choque y sicarios encargados de defenderlo. Y vaya que cuentan con armamento moderno. Contemplar los enfrentamientos contra la intervención antidroga de la Marina y entre bandas de narcotraficantes en México. Hablar de terrorismo supone una “acción criminal con OBJETIVOS POLÍTICOS que busca, mediante diversos atentados, generar miedo a la población”. ¿Cuál objetivo político tendrían los asesinos de los dos policías?
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