Fujimorismo: Después de la luna de miel de los 100 días, para recobrar su papel opositor decidieron interpelar al ministro de Educación, Jaime Saavedra. La corrupción de sus funcionarios fue la pepa (los Juegos Panamericanos fueron una simple yapa). Les interesaba deshacerse de la ligazón fujimorismo-corrupción nacida en los años 90 (y también de Joaquín Ramírez) mostrándose como una fuerza inflexible en la lucha contra este flagelo.
Es parte de su estrategia hacia el 2021. Inició temprano porque requerirán bastante tiempo para hacer creíble su viraje. ¿Por qué Educación y no Interior o Salud que tienen mucha corrupción? Porque Saavedra viene del gobierno Ollanta-Nadine, responsable de su derrota, y acusan al sector Educación de ser reducto de consultores caviares, sus relaciones con la prensa y apoyo con recursos a los activistas del antifujimorismo.
PPK y su bancada: Al comienzo, indecisión arriba y desunión abajo, mostró la debilidad del oficialismo. A lo que se sumaron polémicas opiniones en medios, y adjetivos en las redes sociales vaticinando una imparable interpelación de ministros y chantaje-copamiento de instituciones del Estado. Exigían hacer de la censura un caso de “cuestión de confianza” y amenazar con la disolución del Congreso. Aquellos que se oponían eran solapados ‘naranjas’.
Cuando el presidente comunicó al país que no habría “cuestión de confianza” definió la táctica gubernamental, alejada de extremismos. Además, con visión, no pidió la renuncia a Saavedra y mantuvo su apoyo ‘hasta el fin’ (censura).
Decidió que el enfrentamiento era entre adversarios y no enemigos. Además, definió un nuevo terreno para el entendimiento (unidad y lucha) en un diálogo, fuera del Congreso, con todos los partidos, incluida Keiko (Cipriani). La censura quedó atrás y Saavedra quedó bien.
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