Escribo con sentimientos encontrados: indignación, preocupación y, a la vez, esperanza.
Indignación, porque un gobierno sin rumbo, desprestigiado e impopular, ha destituido a Julia Príncipe, una de las procuradoras más honestas, valientes y eficaces. Lo ha hecho por una simple razón: Nadine Heredia quiere impunidad en el tema de las agendas y Julia Príncipe no lo iba a permitir.
La abogada había exigido al ministro de Justicia acreditar dos peritos de parte para tener más opiniones especializadas, que aborten cualquier intento de manipulación desde el poder. No les ha importado debilitar la lucha del Estado contra el crimen ni someter al gabinete al capricho de la persona más poderosa del país.
Preocupación, porque este gobierno hace agua por todas partes. Con 13% de aprobación, sin mayoría en el Congreso y sin vicepresidentes, anda de tumbo en tumbo, haciendo cada día que pasa más difícil su situación.
No importa cuán desvariados estén, hay que obligarlos a llegar hasta el 28 de julio del 2016. Para ese propósito, Cateriano dejó de ser una garantía y es hoy un obstáculo, pues es el responsable principal de todo el sucio operativo contra Príncipe. (Vergüenza para Pérez Guadalupe, que también firmó la desdichada resolución).
Cateriano tendría que irse o ser censurado por el Congreso. La oposición debe exigir un “gabinete conversado”, que tenga como objetivos que la economía no zozobre y que haya elecciones limpias. Llegar, así, en razonable orden y paz al 2016. El gobierno tiene que dejarse ayudar. ¡Ojalá se den cuenta!
Esperanza, porque las redes sociales revientan de indignación. En el Twitter los jóvenes se han autoconvocado para hoy en la plaza San Martín a las 5 p.m. La sangre joven, luchando por la democracia y contra la impunidad, con energía, pero pacíficamente, nos puede devolver algo de esperanza en que este país tiene un futuro digno.
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