El enredo electoral no solo continúa, sino que empeora. Aunque parezca increíble, tenemos aún muy poca idea de cuántos candidatos a la presidencia de la República vamos a tener el 10 de abril.
¿Se queda César Acuña? Todo sentido de lógica, moral pública y respeto a la ley indicaría que no, pero aún no lo sabemos y, al paso que vamos, demoraremos en enterarnos.
¿Se queda Julio Guzmán? Esa es la pregunta del millón. Según el Jurado Electoral Especial de Lima Centro 1, se queda, pero hay una lluvia de tachas y pedidos de nulidad que terminarán en un Jurado Nacional de Elecciones que ya se ha pronunciado dos veces en el sentido de que el partido Todos por el Perú no puede participar.
¿Puede el Jurado Nacional de Elecciones cambiar su decisión? La verdad que me sonaría bastante raro, pero como está la situación puede pasar cualquier cosa. O sea, en resumen, tampoco sabemos si Guzmán se queda o se va y también eso va a demorar en ser definitivo. Agrava la incertidumbre que 16 jurados electorales especiales han declarado improcedente la inscripción de las listas parlamentarias de ese partido y solo tres las han aceptado en primera instancia. ¿Cabría la posibilidad de que un partido participe en una contienda electoral virtualmente sin candidatos al Congreso?
¿Cuantos candidatos más se retirarán antes del 10 de abril para salvar la inscripción, aprovechando el regalito que se dieron en la nueva Ley de Partidos? ¿Cuántos dirán que lo hicieron por el “fraude”?
Es tan absurda e incierta la situación que cabe la posibilidad de que el 10 de abril tengamos 5 o 17 candidatos (o cualquier número intermedio).
¿Estamos ante un escandaloso fraude, como se espetan de un lado y del otro, o ante un desmadre institucional de consecuencias imprevisibles? Me inclino a lo segundo, pero sé que demasiados piensan ya que es lo primero.
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