Pero, en cambio, creo que Alan y Lourdes no tienen presente y sus posibilidades de ganar las elecciones son iguales a cero.
Las tendencias son demoledoras. La última encuesta de GfK ratifica que la Alianza Popular está cuesta abajo en la rodada. Tiene ahora solo 4.3% y está por debajo de la valla electoral, que, para su caso, es de 7%.
En la hipótesis de que Acuña y Guzmán saliesen de la contienda, es decir que 20% de los electores se quedase sin su candidato, García subiría al 4.5%. Es decir, virtualmente nada. Agréguesele que García tiene 85% de voto negativo, es decir, de personas que señalan que nunca o muy probablemente no votarían por él en las elecciones. Por increíble que parezca, la intención de voto de García supera a la del inefable Acuña y está a solo un punto porcentual por debajo de la de Toledo.
En la hipótesis, que creo negada, de que llegase a segunda vuelta, todas las encuestas coinciden en que Keiko le sacaría 30 puntos porcentuales de ventaja.
Creo que sí van a pasar la valla y poner a algunos congresistas; eso sí, compartidos entre el APRA y el PPC, con lo cual, en el caso del primero, serían 10 años con una representación parlamentaria muy pequeña.
Creo que el ciclo de Alan y Lourdes ha concluido, pero que el APRA y el PPC son mucho más que ellos. Que dos partidos históricos con riqueza ideológica podrían iniciar un proceso de renovación que, llevado de manera inteligente, los pueda recolocar en un país que necesita partidos más institucionalizados y con vocación de durar.
El liderazgo de Pérez Tello y Beingolea, que se dieron cuenta de la barbaridad que era aliarse con el APRA, puede ser un punto de partida para la renovación del PPC. Y, en el caso del APRA, Cornejo, con un 17% para la alcaldía de Lima y con una expectante posición para suceder a Castañeda, dio cuenta de que hay vida después de García.
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