Expertos anuncian que el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) de Brasil puede ser negativo en el 2015. Esta contracción iría acompañada de más inflación, la que superaría la meta de 6.5%, planteada por el gobierno. El menor ritmo de crecimiento reduciría el déficit en cuenta corriente (exportaciones menos importaciones). Esta brecha externa, que alcanzó los US$90 mil millones en el 2014, 4.2% del PBI, podría mejorar hasta alcanzar el 3.3% en el 2016. Por su parte, el déficit fiscal (ingresos menos gastos del gobierno) alcanzó el 6.75% del PBI debido al incremento de los intereses que se pagan por la deuda pública total, la misma que asciende al 55% del PBI.
En el periodo 2011-2014, el PBI creció apenas a una tasa anual de 1.2%. No obstante, la pobreza monetaria se redujo notablemente al pasar del 50% por debajo de la línea de pobreza en el 2002 a 3 de cada 4 brasileños pertenecientes a la clase media en el 2014. Así, este país, conformado por más de 200 millones de personas, presenta un PBI per cápita (bajo paridad de poder de compra) de US$15,000 y se ubica en la posición 60 a nivel mundial.
Brasil está en su encrucijada de siempre: un Estado gigante que necesita gastar más de lo que tiene y, por lo tanto, se ampara en un alto nivel de deuda. Esta deuda requiere mayores tasas de interés para moderar una alta inflación producto del exceso de gasto. Este modelo funciona cuando los capitales extranjeros entran de manera sostenida. Pero unos pobres resultados macroeconómicos y una creciente incertidumbre política no ayudan.
El plan de ajuste implica una serie de medidas de austeridad impopulares centradas en reducir el gasto y aumentar los ingresos del gobierno. Esto supone un cambio significativo en el timón, debido a que las pasadas administraciones priorizaron el gasto del gobierno en programas sociales y el incremento de las exoneraciones al pago de impuestos. Así, el Congreso ha paralizado las propuestas de reforma presentadas por la presidenta Rousseff, que buscan restaurar la confianza de los inversores y reducir el déficit fiscal.
El resultado de enero marcó un mínimo de siete meses. El crecimiento promedio anual cayó a -0,4% en enero del presente año, continuando con la tendencia a la baja en la actividad económica. El actual escenario contribuye al cuestionamiento sobre la capacidad del gobierno para cumplir con las metas fiscales, en un entorno de problemas climáticos y menores precios de sus principales exportaciones, entre los que se encuentran el crudo de petróleo, el hierro y la soja.
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