25.NOV Lunes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Estoy muy confundido con toda esta histeria anti-racista, anti-clasista o anti-discriminacionista que ataca Lima. ¿De qué clase son esos blanquitos de los que, según Marcus Tulius, se ha rodeado la campaña por el NO? ¿De qué raza exactamente son esas señoras sanjuaninas que ahora llegan a lavar ropa a La Molina a una velocidad nunca antes vista?

Beto Ortiz,Pandemonio
bortiz@peru21.com

Estoy comenzando a sospechar que acá nada tienen que ver la raza ni la clase. Es esta una bronquita completamente infantil, ridícula, escolar. Una enemistad de clase, sí, pero de salón de clase. No me extrañaría que, así como se descalifican entre sí por amarillos o verdes, mañana salieran a decir: “¡Ajjj! ¡La alcaldesa se ha rodeado de gordos!” o “¡Fúchila! ¡Los revocadores son demasiado feos!”. A esos niveles conmovedores de imbecilidad estamos llegando. Sucede simplemente que Lima todavía no es una ciudad, es apenas tu salón de clase del cole. Que los demás te admiren o te repudien, que sobrevivas o sucumbas, dependerá solamente de dos factores clave: con quiénes te juntas y a quiénes les pegas. Si aprendes a escoger los amiguitos adecuados, si te apestan los que te tienen que apestar, quizá ni siquiera tengas que pegarle a nadie. Y si les pegas a todos, un éxito, los amigos se te pegarán solitos como moscas a la miel.

Revisemos algunos didácticos ejemplos, discriminado lector. Ejemplo 1:Kina Malpartida. Kina es recontra chévere. Kina siempre está allí donde revienta el cohete. Presta su imagen a la campaña de Keiko, recibe un depa nuevo regalado por Alan García y, también, sale a hacer campaña por el NO, codo a codo, con la alcaldesa Villarán. Kina es la imagen de zapatillas, cremas dentales, supermercados. También de complejos de departamentos que jamás se construirán. No importa. ¿Por qué? Porque ella es la guapa Kina y aparecerá, continuando el legado de mamá Susy Dyson, en la edición Abril de Vogue Francia, fotografiada por Mario Testino. En suma: es regia. Cuando Kike Pérez cuestionó la fragilidad de sus oponentes, ella lo mandó a “meterse sus palabras en el ano”. En junio hizo noticia por no pagarle la carrera a un taxista, y esa misma noche le quitaron el brevete por manejar con varios tragos entre pecho y espalda. Este fin de semana no solamente se dio el lujo de sacar el carro estando prohibida de hacerlo sino que hasta lo chocó y, para remate, se dio a la fuga. No importa. Todo bien. No pasa nada. ¿Por qué, ah? Porque es Kina y es regia. Es nuestra campeona mundial, es un símbolo del éxito y está por encima del bien y del mal.

Ejemplo 2: Doña Rosita Fernemburg. La señora madrecita de Ilián, la suegrita de Toledo. Se ha comprado la mega-jatazo en Casuarinas. Según tardía explicación de El Cholo Sano y Sagrado, trátase del billete que la venerable matrona ha acumulado tras recibir una cuantiosa reparación civil del gobierno alemán por haber perdido tres generaciones de su familia en el Holocausto y otra más por haber enviudado de dos cónyuges acaudalados. Precio de la casita: tres palos setecientos cincuenta mil cocazos. Si fuera la suegra de Keiko o la de Castañeda, olvídense, ya se estaría organizando la segunda Marcha de los Cuatro Suyos con el gentil auspicio de George Soros depositado en las cuentas gringas de Coqui Toledo. Pero, claro, no importa, no es la mafia, es Toledo, el intachable. Nunca mejor definido que en la columna de ayer de mi buen amigo –y chico símbolo de una prestigiosa marca de cerveza– Augusto Álvarez Rodrich: “Toledo siempre se ubica en el lado correcto del tablero: contra la indecencia”. Joder. Qué tal veneración. No me atrevería a escribirle semejante panegírico ni siquiera al Dalai Lama. Qué lejanos lucen los días en que Augusto y yo zamaqueamos el toledato sacando a la luz en este diario el audio Almeyda, el mayor escándalo de corrupción de aquel gobierno del que el Perú prefirió ahorrarse una segunda parte. El buen escudero Juan Sheput me explicó que la cosa tampoco era para tanto, que ahora un buen depa del Golf te cuesta dos palos, que cuatro por una casa estaba dentro de lo normal, que tampoco estábamos hablando de una cifra exorbitante. Acabáramos. Yo creía que cuatro palos verdes era plata. Ahora descubro que, al lado de cualquier político promedio, soy un misio de mierda.

Ejemplo 3: Máximo San Román. Ungido como Presidente Constitucional tras el autogolpe de Fujimori, el exitoso empresario panadero y socio de PPK, Lourdes, Acuña y Yehude atropelló en noviembre del año pasado a la señora Sonia Yangali, de 54 años, una recicladora de desechos que cruzaba la carretera con su carretilla de trabajo. Desgraciadamente, la mató. San Román fue detenido y puesto en libertad esa misma noche “tras llegar a un acuerdo económico con la familia de la fallecida”. A ver. Un momentito… ¿en qué parte del Código Penal se establece que un conductor puede causarle la muerte a un peatón y, luego, “arreglar con la familia”? ¿Qué corona tiene el señor San Román, que no acabó en la cárcel como el chofer de la coaster que mató a Ivo Dutra o el chofer del camión que acabó con la vida de cuatro cocineros en Ayacucho? ¿En qué casos son más o menos culposos los homicidios en las pistas? ¿De qué depende que uno pueda “arreglar”? ¿Depende de cuánta plata tiene la víctima o de cuánta plata tiene el chofer? Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?

Ejemplo 4: Los fabulosos Zileris. Esta semana, el Décimo Quinto Juzgado Penal sentenció al director de CARETAS, Marco Zileri, a dos años de pena privativa de libertad suspendida por el cargo de difamación al publicar una información falsa que vinculaba al hijo del exministro Javier Reátegui Rosselló con el clan Sánchez Paredes, una familia investigada por lavado de activos y narcotráfico. Semejante acusación fue, por supuesto, un grosero misil contra Perú Posible durante la campaña presidencial del 2011. A diferencia de la condena a Magaly Medina, que fue noticia por meses y meses, nadie publicó la noticia de esta sentencia. Parece que en prensa también es posible “arreglar” porque todos callaron en siete idiomas. Obvio. A nadie le conviene pelearse con los Zileri. El viejo Enrique es un tótem del periodismo. Es, a la vez, propietario de un medio de comunicación “independiente” y asesor “de alto nivel” del premier Juan Jiménez en la Presidencia del Consejo de Ministros, según Resolución Ministerial N° 246-2012-PCM, del 23 de setiembre de 2012. Además, su regia hija Drusila es la novia del regio Diego García Sayán Larrabure, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, figúrate. Un partidazo. No importan los veinte procesos judiciales que tiene la familia dueña de la revista –entre calumnias varias y difamaciones–, tampoco los miles y miles de soles que le deben a la SUNAT y a los montones de periodistas que, por años, han trabajado gratis para ellos y que ni siquiera reclaman sus sueldos impagos porque se mueren de miedo de que, por hacerlo, se les cierren todas las puertas o de que algún día les saquen una portada y empapelen Lima con su foto. Todo eso ocurre desde siempre pero no importa, no los sancionan. Al contrario, los premian con regias asesorías en Palacio de Gobierno. Inclusión social, que le dicen, es lo que este país te tiene reservado si eres regio. Y los Zileris son intocables. Tienen inmunidad absoluta por eso, porque son Zileri, porque se casan siempre con el que la lleva, porque son regios.

Esta es la gentita decente de Lima. Esta es la decencia que todos necesitamos.


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