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Opinión

“Basta un celular y el descuido del personal de seguridad y del interlocutor”.

Los noventa estuvieron marcados por los videos que grabó subrepticiamente Vladimiro Montesinos. En ellos vimos desfilar a la clase política y empresarial de la época. Para Montesinos, estos videos eran herramientas políticas para alinear y torcer voluntades.

En días recientes, el gobierno se ha tambaleado debido a un par de audios, grabados muy probablemente por el contralor Alarcón. El último audio está dirigido hacia el actual premier. Mientras Montesinos necesitó esconder cámaras de videos, ahora ya no se necesitan equipos sofisticados; basta un celular y el descuido del personal de seguridad y del interlocutor. Las prácticas montesinistas son parte de nuestra cultura política y siguen marcando el destino de nuestros gobiernos.

Por otro lado, el indulto a Alberto Fujimori sigue en la discusión. Según fuentes informadas, la decisión ya estaría tomada y sería efectiva el 28 de julio para doble escarnio. Los analistas políticos aún debatimos su pertinencia. Algunos pronostican una mejora de la situación económica. No soy economista, pero se me complica pensar en un modelo econométrico que vincule la libertad de Fujimori con la mejora en la economía. Sin duda, este hecho, de darse, perjudicaría seriamente la poca institucionalidad que hemos construido. De nada sirvió tanto CADE enfatizando las instituciones como motor del desarrollo económico. Dándoles el beneficio de la duda a los economistas optimistas, quizá nuestra economía retome el crecimiento luego de la libertad a Fujimori, pero seremos un peor país.

Ahora sumemos ambos hechos: prácticas montesinistas más fujimorismo con Alberto. Habremos regresado a los noventa o quizá nunca se fueron. Antes eran videos, ahora son audios. Esta versión es más deteriorada, pues significa un deterioro político, uno en el que las acciones furtivas son el modo apropiado de hacer política y en el que la justicia juega a favor de los poderosos. ¿Así queremos llegar al bicentenario?


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