22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El miércoles tenía listo este artículo y comenzaba así:
“No cumplen con la Constitución que su ‘comandante eterno’ les legó y por eso impidieron el derecho a realizar un referendo revocatorio del presidente, de allí que no existe separación de poderes, no hay libertad de expresión ni de circulación, hay presos políticos, se discrimina a quien se manifiesta contra ellos, y desde hace tiempo premian a miembros de su régimen cuando son acusados de vínculos con el narcotráfico, como ocurrió con el general Néstor Reverol, ministro del Interior actual, y al ex ministro de la misma cartera que dio pasaportes a terroristas de Hezbollah e Irán, el actual vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami.

Muchos se preguntan cómo se llegó a esta situación y la respuesta es la misma que se hizo la humanidad luego de que Adolf Hitler causó la II Guerra Mundial y El Holocausto, cuando se le pudo detener en 1933 poco después de llegar al poder o antes, cuando el partido nazi utilizó a grupos paramilitares para acosar a sus oponentes en Alemania. También el chavismo se consolidó ante la pasividad de los vecinos de Latinoamérica que observaron, indiferentes, cómo su ideología, metodología y esencia se tornaba más violenta y cruel”.

Vuelve a reaccionar Luis Almagro. La primera vez fue cuando intentó activar la Carta Interamericana Democrática, un mecanismo creado por la OEA en Lima, en el año 2001, para evitar golpes contra presidentes en ejercicio y golpes desde el poder.

Ahora que se consumó, abiertamente, el autogolpe en Venezuela, es más relevante el final de ese mismo artículo:
“Almagro ya hizo su parte. ¿Volverán los presidentes latinoamericanos a demostrar la crueldad de los cobardes que no actúan ante el sufrimiento de los venezolanos?”.


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