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Opinión

“Desde el fin de la II Guerra Mundial, Alemania ha ‘producido’ grandes líderes”.

En Alemania, al primer ministro lo llaman canciller y hace poco falleció aquel a quien le tocó el honor, pero también la dificultad, del proceso de reunificación de su país dividido en dos bloques ideológicos desde 1945 hasta 1990: Helmut Kohl. El líder social cristiano dominó la política germana por casi dos décadas, dejando también un sello en la consolidación de la Unión Europea. Es uno de varios jefes de gobierno de un país que desde el fin de la II Guerra Mundial ha ‘producido’ grandes líderes que no han rehuido a los desafíos de la historia, como hoy lo hace Angela Merkel.

Al estadista Konrad Adenauer, en el poder de 1949 a 1963, le correspondió reconstruir a Alemania Occidental, transformando al país en una nación ejemplar, lidiando con los “fantasmas” de su pasado nazi y el delicado equilibrio de conflictos, sobre todo en Berlín Occidental, con la vecina comunista Alemania Oriental. Fundador del partido de Kohl y Merkel, Adenauer fue el impulsor del llamado “milagro alemán” y del sistema descentralizado de la actual república. Adenauer y el primer ministro de Israel David Ben Gurión lograron normalizar la relación entre sus pueblos a pesar de las cicatrices del Holocausto.

Alemania también aportó otros grandes cancilleres, como el visionario Willy Brandt (1969-1974) con su “Ostpolitik” (acercamiento a gobiernos comunistas para disminuir tensiones entre los dos bloques de la Guerra Fría) y Helmut Schmidt (1974-1983), quien influyó en el fortalecimiento del parlamento de ese continente.

Es buen momento para apreciar a una nación que ha dado a grandes cancilleres que borraron el recuerdo de Hitler, sobre todo cuando la política está tan desprestigiada en el mundo.


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