Ante tantas noticias abrumadoras como los casos de corrupción de Odebrecht; presidentes con incontinencia verbal y bravucones como Trump, Maduro, Correa, Duterte de Filipinas; y sobre todo, esa nostalgia peligrosa de refundar: sea un califato (imperio islámico) de ISIS, Al Qaeda, o una patria “bolivariana”, o el viejo imperialismo del neo-zar Putin y del neo-sultán Erdogan de Turquía o el “make America great again”, optemos por un poco de escapismo a la nostalgia saludable.
Escape un rato del mundo deleitándose con la ‘oscarizada’ La La Land –obvie si es musical o no– y salga feliz aunque la realidad se imponga a las ilusiones a sabiendas “que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son” (Calderón de la Barca). O sorpréndase con los niveles de escapismo de la familia del Capitán Fantástico (Viggo Mortensen nominado al Oscar por mejor actor), que si bien demuestra la imposibilidad de vivir totalmente aislados del mundo globalizado, plantea la búsqueda de un equilibrio para no ser rehenes de los celulares y máquinas que nos dominan. (No son robots que nos dominan como imaginaron escritores de ciencia ficción). Incluso, Cebiche de Tiburón es una opción para la familia y disfrutar cómo las personas nobles pueden ser quienes salven al planeta.
Busque otras nostalgias en los muchos filmes de Woody Allen (Rosa Purpura del Cairo, Cafe Society, etc.); las de Tornatore (Cinema Paradiso, etc.) y tantos clásicos del cine. Y libros, que son tantos: los de Leonardo Padura, Sándor Márai, David Foenkinos, ad infinitum.
¿Escapismo? Un poco para balancear mente y espíritu. Elija, usted, su método y sus itinerarios, pues hay mucho mundo real que no da tregua.
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