El periodista Phillip Bu-tters recomendó en su artículo “El porta-aviones de Trump” (diario Expreso, 22-3-17) que el gobierno peruano debería solicitar ayuda inmediata a un portaviones estadounidense. Coincido plenamente con él.
De la misma manera que las diferencias de interés político interno deben dejarse de lado en una crisis y tragedia como la que ocurre en el Perú, también hay que desembarazarse del miedo a la crítica si se pide ayuda internacional de salvamento, servicios de salud, equipos de comunicación provisionales, etc., que países muy desarrollados pueden proveer para que en las siguientes semanas más gente sea rescatada y menos sufran por las inundaciones.
Por razones geográficas, la petición debería ser hecha oficialmente a EE.UU., más allá de ideologías y de la antipatía que nos puede causar el actual presidente de la gran potencia. También se puede pedir auxilio para tareas de rescate a brigadas especiales de países expertos en esos asuntos por razones de terrorismo, terremotos y otras calamidades; y para la reconstrucción, a arquitectos especialistas.
La ayuda humanitaria de Venezuela no debería ser bienvenida si su régimen tirano y corrupto ha decidido hacerlo por propaganda a expensas de sus ciudadanos que carecen de servicios básicos. Lo sería siempre y cuando Perú se aúne a la iniciativa del secretario general de la OEA, Luis Almagro, para activar la Carta Interamericana Democrática presionando al régimen a restablecer la democracia y también pedir asistencia humanitaria internacional para los venezolanos.
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