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Opinión

Según mi tía Irma, debería agradecer a Dios por hacer lo que me gusta y que encima me paguen por hacerlo, pero yo prefiero agradecerle primero a Antonio, mi hermano mayor, o ‘Antoñazo’, como yo lo llamo.

Carlos Carlín, Habla.babas
ccarlin@peru21.com

Según mi tía Irma, debería agradecer a Dios por hacer lo que me gusta y que encima me paguen por hacerlo, pero yo prefiero agradecerle primero a Antonio, mi hermano mayor, o ‘Antoñazo’, como yo lo llamo. Por él pude pronunciar correctamente la letra R y con sus libros de Julio Verne aprendí a respetar puntos y comas. Gracias a él quiero a los animales. ‘Antoñazo’ me presentó a Batman, a Hulk y al Hombre Araña. También a Vivaldi y al Yeti, a Ivanhoe y a Yoda. A los ovnis, a Hitchcock y a Don Gato los conocí con él. Me enseñó a cuestionar lo establecido y a aullar como lobo. Me regaló su colección de ‘long plays’ de Los Beatles asegurándome que vivían dentro del parlante. Aluciné cuando una noche me llevó a caminar por ‘La tierra de los gusanos’. Me enseñó a jugar imaginando historias. Entendí que se comunica mejor dibujando y, viéndolo dibujar, me demostró que la perfección no es imposible. Con su mirada, ‘Antoñazo’ nos enseñó que la nobleza sí existe. Es bien difícil que alguien tenga un hermano como el mío, pero si tienen algo parecido, en la presentación que sea: hermano, medio hermano, vecino de barrio, primo, amigo o pata del alma, siéntanse afortunados y díganle que lo quieren, como yo quiero a ‘Antoñazo’.


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