Aldo Mariátegui,Ensayos impopulares
El historiador rojo Nelson Manrique siempre ha delirado, desde esos escritos tan violentistas en Amauta y Márgenes durante el terrorismo, contra Carlos Degregori y Sinesio López, de los cuales me imagino ahora debe andar muy avergonzado. Ayer volvió por sus vuelos y redactó en La República que “(Villarán) teniendo una obra mostrar (sic) que supera largamente a la de sus predecesores…”. ¡Belmont, Andrade y Castañeda tienen mil veces más obras que esta señora! ¡Cómo un rojo ideologizado al máximo puede lindar con la delusión! ¿O libó antes?
Y es delicioso en plan llorón, lamentando que Villarán haya ahora abandonado a la izquierda para entregarse al toledismo y abandonar así una (supuesta) ‘superioridad ética’, todo lo cual sí es rigurosamente cierto: la mansión de Casuarinas no le importó nada a Villarán (aunque Manrique obvia el feo lío de la caja municipal, los dineros brasileños y otras probables inmoralidades más).
Pero lo más franco de este Nelson es aquello de que “el verdadero peso electoral de la izquierda no radica en la cantidad de votos que ella posee, sino en lo que es capaz de movilizar cuando se compromete”.
¡Exacto! La izquierda no es nada aquí, salvo unos agitadores matones callejeros (o “sindicatos”), los más grandes lobbistas locales e internacionales (las ONG), unos manipuladores de campesinos ignorantes, unos invasores de universidades ajenas, una ‘argolla’ parásita de catedráticos y abogados, unos economistas de risa, una cáfila de intelectualoides desafasados, unos bolseros endiosados, unos actores y artistas que más son payasos y unos insultadores en redes. Eso es nada más la izquierda, una buena…
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