Alguien está en Bolivia

Aunque ya deberíamos conocerlo bien después de dos levantamientos armados, dos campañas presidenciales y casi cuatro años de gobierno, el presidente Ollanta Humala no deja de sorprendernos.

Al dirigirse a la nación –mediante una entrevista exclusiva con RPP Noticias– el presidente Humala desperdició una excelente oportunidad para aclarar los temas que afectan a su régimen y la gobernabilidad del país.

Resulta inverosímil, por ejemplo, sostener que desde que llegó a la presidencia no ha visto ni ha tenido relación alguna con Martín Belaunde Lossio aunque admite que fue un colaborador importante de sus campañas presidenciales. ¿Por qué se interrumpió esa relación mutuamente beneficiosa? Nada al respecto. Todo lo vinculado a su (¿ex?) amigo es producto de una teoría conspirativa o un invento de los medios de comunicación. Casi una leyenda urbana, como repiten con desenfado y al unísono algunos de sus ministros. El problema a estas alturas ya no es la relación entre Belaunde Lossio y la pareja presidencial, sino la impunidad con que actúan, en beneficio propio, los que están cerca del poder.

Tampoco se comprende la vanagloria sobre el oscuro levantamiento de Locumba, porque nos obliga a recordarle que se produjo cuando el régimen fujimorista agonizaba, se habían anunciado elecciones para el año siguiente y fue –qué casualidad– el mismo día que fugaba del país Vladimiro Montesinos en el Karisma.

La descalificación política del adversario no parece el mejor programa para esta etapa final del gobierno, pero a eso se ha dedicado el presidente con pugnacidad digna de mejor causa. En todo caso, es coherente con su afirmación de que no hubo cálculo político en la promulgación del régimen laboral para los jóvenes.

Con expresión abogadil habría que decirle “a confesión de parte relevo de prueba”: usted no sabe hacer política, señor, y sigue pensando que está en un cuartel, con todo respeto por quienes están en los cuarteles.