¿Qué lo animó a entrar en el rubro? Todo empezó en Cajamarca en 2001. Probé pollo al cilindro, estaba delicioso, pregunte cuál era el secreto y me dijeron que la forma de cocción pues solo lo aderezaban con sal. Ya en Lima, busqué el artefacto para cocinar, no había, así que hice uno yo mismo. Por esos días, trabajaba para la Sunarp, soy ingeniero de sistemas, pero me apasiona la cocina. La gente que probaba lo que hacía me pedía que les hiciera los cilindros, así surgió todo.
¿Qué la animó a incursionar en este rubro? Tras estudiar Periodismo, empecé a trabajar en empresas de Marketing, donde mi desempeño profesional estuvo más vinculado a la organización de eventos. Fue así como vi el potencial de este negocio. Mi interés creció cuando me casé, allí me di cuenta que esta podría ser la oportunidad para emprender.
¿Por qué invertir en este rubro? Todo comenzó hace cuatro años, cuando incubamos el proyecto en una universidad. Desde entonces atendemos pedidos para eventos. Nuestro objetivo es llevar el bar a casa y difundir la coctelería con nuestra bebida de bandera: el pisco.
¿Desde cuándo tiene este negocio? Hace cuatro años se creó la empresa. Lo hicimos porque sabemos que la maca es un producto muy beneficioso para la salud.
¿Cómo empezaron en este negocio? Nosotros empezamos hace tres años fabricando las bicicletas Tándem, pues la oferta en Perú era casi nula. Ahora también tenemos modelos de bicicletas para una persona.
El ceviche es una de las comidas que más identifica a la gastronomía peruana. La oferta de este plato es variopinta, y no solo en la presentación, sino también en los precios.
¿Hace cuánto empezaron este negocio? Empezó con una carretilla hace 24 años, pero como local ya tenemos 13 años. Elegimos este rubro por mi padre, que es de Piura.
Fechas como Halloween, Día de la Canción Criolla, Año Nuevo, entre otras, son propicias para celebrar, pero también para hacer buenos negocios.
¿Hace cuánto tiempo funciona la empresa? Llevamos seis años dedicados a eventos públicos, como fiestas universitarias, comerciales, Halloween, Año Nuevo. Pero tenemos 17 años en el rubro del entretenimiento.
¿Por qué incursionó en este rubro? Trabajaba para empresas que desarrollan páginas web y estrategias de marketing en línea. Justamente, esta es mi especialidad. Un día recibí la publicidad virtual de una tienda de regalos para Navidad. Me gustó la idea y, al adaptarla, vi que había más potencial en las canastas.
¿Cuáles son los atractivos de su local? Lo principal es el buen ambiente y la decoración, junto con los conciertos musicales. Pero también tenemos exposiciones fotográficas y presentaciones de libros, entre otros eventos culturales.
¿Desde cuándo trabaja en las combis? Yo he sido uno de los pioneros pues estoy en una combi desde 1998. Antes vendía en carretillas.
¿Se puede vivir del teatro? Sí, siempre y cuando los proyectos sean bien llevados. Pero tampoco es que te hará multimillonario.
¿Cómo se animó a entrar en el rubro? Me gustan las hamburguesas de pollo deshilachado, pero cuando iba a comprar no encontraba pues el insumo se acababa. Como es trabajoso, las sangucherías no preparaban lo suficiente. Pensé que este era un nicho potencial, hice un proyecto con el que gané un concurso para financiarme en la Universidad de Lima.
¿Por qué apostar por este rubro? Es mi postre favorito. Cuando empecé no tenía implementos ni capital e incluso usaba una botella de vidrio como rodillo y los preparaba en casa de mi mamá o mi suegra. En ese entonces, vivía en un cuarto, no tenía cocina.
Para este año esperan facturar S/.800 mil. ¿Cómo lograrán ello? Debido a la visión que tuvimos desde el inicio. Al estar ubicados en Miraflores, nuestro salón está dirigido a un segmento de público medio alto.
¿Cómo fue su ingreso en el mundo de las carteras? Yo estudié Administración de Empresas en la Universidad Privada del Norte, en Trujillo, donde llevamos cursos que nos incentivaron a realizar distintos planes de negocio.
En los últimos años, la difusión de la música andina se viene consolidando en el ámbito nacional e internacional. Por ello, un charango, una zampoña o una flauta jamás pasará de-sapercibido por quienes buscan aprender música.
¿Cómo empezó en el rubro de los instrumentos andinos? Mis padres eran artesanos, fabricaban quenas, zampoñas y flautas. Siempre estuve en contacto con este mundo. Por ello, luego me establecí en una tienda de la galería Santo Domingo, cerca a la Plaza de Armas de Lima.
¿Cómo así te animaste a crear Soluciones Infantiles? Empezó como un pasatiempo entre 1994 y 1995. Organizaba gratis las fiestas de los hijos de mis amigas. Fue a partir de 2007, que decidí tener mi propia empresa, luego de trabajar por 10 años en un estudio de abogados.
¿Cómo empezó en el negocio de asesoría de imagen y Personal Shopper? Luego de terminar mi carrera de Periodismo en Madrid, tenía claro que quería escribir sobre ciencia política, pero me sedujo mucho más el tema de comunicación y modas, así que estudié un master en Protocolo y Comunicación sobre Styling y Personal Shopper en la Escuela de Moda ESME de Madrid.
¿Cómo nació la idea de tener un fast drink? Comencé con un módulo en un club y luego formé una sociedad con mi amigo Alfredo Noriega, quien ahora es el gerente financiero, y buscamos un espacio en un mall. Así ingresamos a Real Plaza, en el Centro Cívico, y nos aceptaron previa evaluación de nuestro proyecto.
¿Cómo se inició en este rubro? Yo estudié Sistemas, pero tuve problemas laborales y me vi en la necesidad de emprender algo. Como era aficionado a la fotografía, seguí un taller para especializarme.
¿Cómo nace la idea de abrir su empresa? Siempre me han gustado las manualidades y todo lo relacionado con la creación. Analicé el mercado y me di cuenta de que no había propuestas distintas en lo que se refiere a la venta de sorpresas y artículos para fiestas infantiles.
¿Hace cuánto tiempo está en este negocio? Desde hace siete años voy al gimnasio y empecé a comprar ropa deportiva. En ese momento descubrí la importancia de estas prendas para las personas que hacemos ejercicios, así que hace 19 meses decidí iniciar un negocio vinculado.
¿Cómo ingresó al rubro de confecciones de banderolas? Yo trabajaba en la confección de ropa deportiva, pero allí había mucha competencia. Entonces vi que en el rubro banderolas había un gran potencial de crecimiento.
¿Por qué optaron por este tipo de negocio? La idea surgió hace un par de años. Yo estudié cocina y Natalia es administradora de restaurantes. Al principio, pensamos en un concepto de restaurantes familiares, como la cadena Chili’s, pero con el toque de sabores peruanos; pero para probar el mercado decidimos empezar con un local de 30 metros cuadrados.
¿Cómo empezó en el mundo de la cerámica artesanal? Yo estudié pintura y mi madre era ceramista, por lo que siempre estuve en este mundo. Yo soy italiana y mi dedicación por la cerámica aumentó cuando vine al Perú hace ocho años.
¿Cómo te animaste a abrir tu propio negocio de zapatos? Soy la tercera generación de una familia de zapateros. Mi abuelo llegó al Perú después de la Segunda Guerra Mundial y se trajo de Italia esa costumbre.
¿Por qué apostar por este negocio? Se juntaron varios factores. Tenía el sueño de tener una empresa, estaba sin trabajo y necesitaba pasar tiempo con mis hijos. Este rubro se presentó como una buena oportunidad de negocio.
¿Qué la animó a iniciar este negocio? Fue mi esposo quien me dio la idea de fabricar caramelos. Un día, de casualidad, un lápiz se pegó a uno de nuestros productos, y nos dimos cuenta de que podíamos venderlos como paletas.
¿Qué la animó a incursionar en este negocio? Siempre me llamaron la atención las artesanías. Al principio las elaboraba para adornar mi casa, pero comencé a recibir pedidos de familiares y amigos. Un día mi economía personal no dio para más y encontré que la venta de estos productos era una buena una fuente de ingresos.
¿Cómo empezó en este negocio? Vivía con mi esposo en EE.UU., donde pudimos observar la gran demanda de disfraces que hay allá en diversas fiestas tradicionales. Nos percatamos que esta era una moda que podía, poco a poco, trasladarse al Perú y así fue.
¿Cómo nace la idea de este negocio? Siempre he tenido inclinaciones artísticas, me gusta pintar y decorar, esto me llevó a pensar que podía hacer diseños innovadores en el rubro de los recuerdos. Luego de llevar estudios de computación y diseño gráfico, recibí un curso de formalización.
¿Cómo te animaste a incursionar en este rubro? Estudié Ciencias Publicitarias y trabajé como dependiente durante 14 años. Siempre me llamaron mucho la atención el arte y las manualidades. A veces me encargaban realizar propuestas de desarrollo creativo para eventos. Fue ahí que noté que había demanda y me animé a dejarlo todo para tener mi negocio.
¿Cómo ha evolucionado el mercado? Las redes sociales han ayudado a revolucionar las ventas. Por ejemplo, yo diseño un modelo y lo que hago es colgar la foto en Facebook. Dependiendo de la aceptación del público, decido si elaboro 100 o 150 polos.
¿Cómo inició este negocio? Es una empresa que la empezó mi padre hace cincuenta años y yo he continuado con la tradición familiar.
¿Cómo te interesaste en el negocio de los rompecabezas? Fue por mi novia. Quería regalarle un rompecabezas gigante y no encontré por ningún lado, así que se me ocurrió armar un negocio, pero tercerizaba todo el proceso.
¿Qué los animó a iniciar este negocio? Tuvimos un gran impulso al ganar el concurso ‘Para Quitarse el Sombrero’, del Grupo Romero, con nuestro proyecto. Los S/.10 mil del premio nos sirvieron para la inversión inicial.
¿Hace cuánto tiempo tiene el negocio? La empresa tiene alrededor de 19 años funcionando en San Miguel, en Lima. Desde que iniciamos brindamos las mejores opciones en repuestos, mano de obra y sobre todo la atención.
¿Cómo nace la idea? Inicié la empresa en 2011. Aposté por el negocio ya que me considero una persona amante de los sánguches, pero ya me estaba cansando de los mismos sabores, así que decidí presentar una idea innovadora. Así nacieron mis sánguches de bistec, los cuales tuvieron una acogida mayor que la que esperaba.
¿Por qué incursionó en este rubro? No encontraba en las tiendas los zapatos de mi talla, así que decidí confeccionarlos yo misma. Se me ocurrió que no era la única con este problema, tomé una foto de un par de pumps, los ofrecí por Internet, la foto se convirtió en viral, y pasé de 100 pedidos a 400.
¿Qué lo animó a abrir este negocio? Conocí la comida congelada mientras vivía en Estados Unidos, donde fui a estudiar. Era una opción práctica pues ahorraba tiempo, pero no era de buena calidad. Cuando volví a Perú, pensé que esa era una buena idea de negocio.
¿Qué factor ayudó al crecimiento de la empresa? El aumento de la oferta fue importante. Hace 15 años teníamos solo 36 sabores básicos. Ahora llegamos a 600. Entonces, el público queda encantado con la variedad que tiene para escoger.
¿Por qué eligió este sector? Estudié la carrera de Gastronomía y me gustaba la idea de tener un negocio personalizado que me permita sorprender a las personas.
¿Cómo se inició en este negocio? Comencé creando prendas que se vendían muy rápido. Sin planificarlo fundé mi boutique. Mary, mi mejor amiga en ese entonces, me convenció para asociarnos. Lamentablemente, ella falleció y yo continúe en solitario.
¿Qué la animó a iniciar este negocio? Todo empezó mientras trabajaba para un estudio de arquitectura en Miraflores. La oferta de alimentos de la zona no me satisfacía. Había un delivery de ensaladas que las vendía a buen precio, el problema era que no tenía una carta variada. Entonces, pensé que este era un negocio con potencial.
¿Cuánto invirtió para empezar? Daida tiene casi siete años y se dedica a la elaboración de chocolates. Con S/.450 formalizamos la empresa y compramos insumos para un primer pedido.
¿Cómo se animó a emprender este negocio? Mi madre incursionó en este rubro en los años 60. Ella tenía un un puesto de venta en el Mercado El Porvenir, en La Victoria. Con el tiempo llegamos a tener seis locales en el mismo distrito.
¿Cómo surgió su interés en el negocio ferretero? Algunos comerciantes vendíamos nuestros productos en el cruce de los jirones Pachitea y Lampa. En los 90, junto a otros empresarios, empezamos a indagar para adquirir un local de 15,000 metros cuadrados en la Av. Argentina (Cercado). Al final, unos 1,000 comerciantes nos asociamos para crear el mercado Las Malvinas.