Un 12 de setiembre de 1973, el cantante de música popular chilena, Víctor Jara, fue interrogado, torturado y masacrado en uno de los vestidores del antiguo Estadio Chile, uno de los principales campos de concentración de la dictadura de Augusto Pinochet, que desde el retorno a la democracia lleva su nombre.
Cuatro décadas después de este macabro episodio, la justicia estadounidense declaró culpable al exteniente del Ejército de Chile, Pedro Barrientos, de liderar y conspirar para asesinar al famoso cantautor —simpatizante del derrocado gobierno socialista de Salvador Allende— cuyo cuerpo fue hallado después en los alrededores del Cementerio Metropolitano con más de 40 balazos.
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“Ha sido un largo viaje en busca de la justicia por la muerte de Víctor”, dijo la viuda del artista, Joan Jara. El Centro de Justicia y Responsabilidad presentó, en 2013, una demanda civil en contra de Barrientos, de 67 años, en nombre de ella y sus dos hijas, Manuela y Amanda. El militar en retiro huyó de Chile en 1989 y actualmente reside en la ciudad de Deltona, Florida, Estados Unidos.
En el juicio, que se inició el pasado 13 de junio, tanto la viuda del cantante como sus dos hijas prestaron testimonio en la corte a cargo del juez Roy Dalton. Dos días después de deliberaciones, se determinó que Barrientos deberá pagar una compensación de US$28 millones a la familia Jara, y además podría enfrentarse a un proceso de extradición, si el gobierno de Estados Unidos considera este precedente.
En todas sus declaraciones, el exmilitar negó conocer en esa época a Víctor Jara y aseguró que supo sobre él y los sucesos que llevaron a su muerte mucho tiempo después de ocurridos. Pero uno de los seis exsoldados que brindaron su testimonio grabado en video desde Chile, afirmó que Barrientos incluso se jactó del crimen que había cometido.
El testimonio que entregó a la justicia José Paredes en 2009 fue determinante para vincular a Barrientos con el crimen de Víctor Jara. Paredes, quien a sus 18 realizó el servicio militar, presenció el asesinato del músico. “Lo tenían sentado, tenían unas camillas, esas que son de campaña del Ejército, ahí lo tenían y le daban, le daban y le daban (…) Y Barrientos le dispara… a quemarropa casi”, relató el exuniformado a los tribunales chilenos.
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