Hasta 100,000 personas podrían morir el próximo año si no se encuentra pronto una forma de poner fin a la guerra civil en Siria, advirtió el domingo el enviado internacional a ese país.
Lajdar Brahimi, enviado de las Naciones Unidas y de la Liga Arabe para la crisis siria, dijo a reporteros en El Cairo que si el conflicto continúa, Siria no quedará dividida en estados distintos, “como ocurrió en Yugoslavia”, sino que enfrentará una “somalización, lo que implica caudillos”, así como el riesgo de que “el pueblo sirio sea perseguido por quienes controlen su destino”.
Los rebeldes sirios libran una revuelta de 21 meses contra el régimen del presidente Bashar al Assad. Los activistas señalan que más de 40,000 personas han muerto en la crisis, que comenzó con una serie de protestas pro democráticas pero que ha devenido en una guerra civil.
Desde septiembre, cuando ocupó su puesto, Brahimi ha buscado avanzar en un plan internacional de paz alcanzado en Ginebra hace seis meses. Ese proyecto contempla un alto al fuego amplio entre los rebeldes y las fuerzas del gobierno, así como la conformación de un gobierno de transición que se encargue del país en tanto se realizan elecciones.
“La situación en Siria es mala, muy mala”, dijo Brahimi después de reunirse con el jefe de la Liga Arabe, Nabil Elaraby. “Está empeorando y, por lo tanto, si casi 50,000 personas murieron en unos dos años, es posible, Dios no lo quiera, que si esta crisis continúa durante otro año, no sólo mueran 25,000, sino 100,000. La situación se deteriora”.
La cifra mensual de muertos en Siria subió durante los últimos meses, cuando ambas partes comenzaron a usar armas más pesadas. El ejército sirio comenzó a emplear sus cazabombarderos para atacar zonas controladas por los rebeldes en el país.
PAZ MUNDIAL AMENAZADA
Brahimi dijo que la paz y la seguridad en el mundo serán amenazadas directamente desde Siria si no hay una solución en los próximos meses. “Advierto que ello ocurrirá”, dijo. “Las alternativas son una solución política o el colapso total del Estado sirio”.
Sobre si existe disposición de Assad o de la oposición para buscar una solución política, Brahimi reconoció, “no, no la hay, y ése es el problema”.
Agregó que no hay conversaciones entre ambas partes y se requiere ayuda externa.
Brahimi sugirió que el plan de Ginebra podría ser adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
“Tenemos una sugerencia, y creo que ésta será adoptada por la comunidad internacional”, señaló.
El plan de Ginebra fue alcanzado a mediados de este año en una serie de conferencias internacionales, y cuenta con el respaldo de Rusia y China, que han apoyado a Damasco, así como de Occidente.
Pero ninguna de las partes del conflicto en Siria se mostró interesada en el plan. Los rebeldes rechazan cualquier esfuerzo que no contemple el derrocamiento de Assad, y el gobierno difícilmente cederá el poder en forma voluntaria.
Se desconoce si el respaldo del Consejo de Seguridad aumentaría significativamente la presión para que alguna parte apoye el proyecto.
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