Carlos Viguria
@cviguria
“Si por gracia de Dios llego a ser presidente, tengan cuidado, delincuentes, porque los 1,000 criminales (asesinados) se convertirán en 100,000.
Verán cómo engordan los peces de la bahía de Manila, ahí es a donde lanzaré sus cuerpos”, declaró Rodrigo Duterte durante la campaña que lo llevó a ser elegido presidente filipino en mayo pasado. Filipinas es un país agobiado por la delincuencia y el narcotráfico, y el abogado de 71 años es visto por la población como el mal necesario para librarse de estos problemas.
Duterte, por su parte, ha prometido lograr este objetivo a todo costo, incluso si ello significa incumplir las leyes del país, afectar los derechos humanos de los ciudadanos y enfrentarse a la prensa.
Polémicos vínculos
El presidente obtuvo un gran respaldo por sus cuestionables logros como alcalde de Davao, ciudad conocida por ser la más segura del país. Durante su gestión de 20 años, alcanzó gran popularidad por lanzar amenazas públicas contra la delincuencia señalando que mientras esté en el cargo, “los delincuentes son objetivos legítimos de asesinato”.
A raíz de ello, logró ser conocido en el país como ‘El Castigador’ o ‘Harry el sucio’ y es vinculado por la prensa de Filipinas con grupos encargados de ejecutar extrajudicialmente a presuntos delincuentes.
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Las matanzas están a cargo del escuadrón de la muerte de Davao, un grupo integrado por policías y militares retirados que han asesinado, en un país en donde está prohibida la pena de muerte, a más de 1,000 presuntos delincuentes, entre ellos, vendedores de drogas, carteristas y niños de la calle.
Esta organización ha sido avalada públicamente por Duterte, “siempre que los que mueran sean criminales”. Asimismo, señalan que la Policía los protegería. Entre las víctimas del escuadrón, empero, se encuentran varias personas inocentes que fueron confundidas por ladrones, según el informe “Puedes morir en cualquier momento” de Human Rights Watch. Sin una debida investigación y sin un juicio previo, claramente, la justicia es una idea lejana en este país.
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En tanto, ya en la presidencia, Duterte ha promovido que los filipinos tomen la justicia por sus propias manos. A mano armada. En junio pasado, el mandatario declaró que si existen vendedores de droga en los vecindarios, los ciudadanos deben dispararles. “Dispárenles y les daré una medalla”, declaró. ¿El fin justificará los medios?
Sabía que…
- Según Human Rights Watch, la Policía desaparece momentos antes de que un presunto delincuente sea asesinado por el escuadrón de la muerte, lo cual probaría que trabajan en conjunto.
- Según la organización, los casos de las víctimas del escuadrón no suelen ser investigado adecuadamente por la Policía y no suelen llegar siquiera a ser denunciados.
- Asociaciones pro derechos humanos denuncian que desde que Duterte asumió el poder, se han reportado más muertes de presuntos vendedores de droga.
- En una entrevista señaló que espera retirarse del poder con la reputación de Idi Amin, el presidente de Uganda (1971-1979) cuyo régimen se caracterizó por la muerte de cientos de personas y abusos contra los derechos humanos.
- Pese a que tiene la reputación de ser una persona ruda, al evocar a su madre, rompe en llanto frente a las cámaras de TV.
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