En una visita oficial marcada por la confianza –para muchos excesiva–, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, rompió el protocolo y saludó con un fuerte abrazo al Papa Francisco, al inicio de la reunión con carácter privado que mantuvieron ambos en la biblioteca privada del Palacio Apostólico del Vaticano.
“Que gusto verlo otra vez. ¿Cómo está su madre?”, le dijo el Papa a Correa al recibirlo con un abrazo en la sala del Tronetto, anexa a la biblioteca. “Lo veo fresco como una lechuga”, comentó luego Francisco, con su estilo sencillo y directo al mandatario, quien relajó las formas con la máxima autoridad de la Iglesia Católica.
“Utilizo estos términos, Santo Padre, informales. ¿Quién iba a decir que un boludo como yo iba a estar aquí?”, expresó Correa, quien dijo que se expresaba así porque ambos hablan el mismo idioma.
Finalizada la reunión, Correa le gastó una broma a su asistenta personal, quien pedía la bendición papal para ella y su familia.
“No la tiene que confesar, sino hacer un exorcismo porque es una dictadora. Me maltrata”, dijo.
Correa analizó con el pontífice “la centralidad de la justicia social y del valor de la solidaridad”, así como “el respeto a las poblaciones indígenas, su cultura y la protección del ambiente”, según indicó el Vaticano.
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