Las fuerzas de seguridad de Egipto dispersaron con gases lacrimógenos a cientos de manifestantes islamistas que desafiaban una nueva ley que regula las movilizaciones y que es blanco de amplias críticas de la comunidad internacional así como de defensores de la democracia.
Desde el derrocamiento en julio del presidente Mohamed Mursi, en un golpe militar que tuvo el apoyo popular, los simpatizantes del exmandatario realizan casi a diario protestas en demanda de que se le reinstale en el poder.
Todos los viernes de oración musulmana son la hora propicia para las movilizaciones de números mayores de partidarios de Mursi. Las manifestaciones devienen a menudo en enfrentamientos callejeros con civiles o las fuerzas de seguridad.
En un intento por sofocar las persistentes manifestaciones a pesar de la intensificación de las medidas de seguridad contra los simpatizantes de Mursi, las autoridades aprobaron el domingo la ley que limita el derecho a la protesta.
La Policía arrestó anoche en su vivienda al bloguero Alaa Abdel Fattah, alias Sandmonkey. Se le acusa de haber convocado esta semana acciones de protesta ilegales.
Fuentes de la seguridad, citadas por la agencia EFE, indicaron que al menos siete personas resultaron heridas en los choques y trasladadas a hospitales, una de ellas en Suez.
Las mismas fuentes explicaron que al menos 70 manifestantes islamistas han sido detenidos en virtud de la nueva ley, muy contestada tanto por los seguidores de los Hermanos Musulmanes como por activistas laicos.
Esta norma puede llevar a mayores niveles de represión policial y judicial en este país, denunciaron hoy dos organizaciones internacionales de derechos humanos.
En un comunicado, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) denunciaron el contenido de la nueva legislación y expresaron su temor a que aumente la represión “con vistas a silenciar cualquier voz disidente”.
Por ello, ambas ONG consideran que la normativa, que ha sido recibida con rechazo por parte de los activistas egipcios, debe ser enmendada de acuerdo con los estándares internacionales de derechos humanos.
Después de los partidarios de Mursi, cuya represión terminó con la muerte de más de 1,000 personas, las fuerzas del orden abrieron un nuevo frente en el país, atacando ahora a los movimientos laicos juveniles, punta de lanza de la revuelta popular que expulsó del poder a principios de 2011 al presidente Hosni Mubarak.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.